“LA BRÚJULA”

No mutilemos al hombre

Por Heberto Peterson Legrand
lunes, 11 de diciembre de 2017 · 00:00

El ciudadano es una persona racional y libre que tiene conciencia de sí mismo, y hasta el último momento de su existencia está en proceso de realización y perfeccionamiento.

A través de una deformación cultural en lo político, en nuestro país se nos ha hecho creer que cuando como personas tengamos que decidir sobre cuestiones políticas debemos prescindir de lo religioso, debido a que ambos campos indebidamente se han invadido.

Me parece absurdo el querer mutilar a la persona de algo tan importante y que forma parte de su ser integral.

Por ejemplo: si en lo político se esta tratando el problema de la despenalización del aborto y me piden que cuando tome conciencia del problema y reflexione sobre ello prescinda de los argumentos religiosos, me están pidiendo un absurdo, pues no lo haré, ya que junto a otros enfoques: el de la medicina, el de la filosofía, la moral etc., tomaré en cuenta el religioso que no es irracional y se da la mano con otras disciplinas, verbigracia: La Organización de las Naciones Unidas el 20 de Noviembre de 1959 declaró que: “El niño por razones de inmadurez física y mental requiere de cuidados especiales incluyendo protección legal antes y después de su nacimiento”, en el primer congreso internacional de medicina sobre el aborto celebrado en Washington el año de 1967 se declaró que: “En el momento de la concepción genéticamente se crea un individuo nuevo y complejo” y el Catecismo de la Iglesia Católica dice en su No. 2770 que: “la vida humana debe ser respetada desde el momento de la concepción. Desde el primer momento de su existencia, al ser humano le deben ser reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida” ( ef CDF, instr. “ Donum Vitae “ 1,1,), lo religioso lo político y la medicina...se dan la mano.

Los políticos y los religiosos coinciden en lo de: “Dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”..., pues bien, a mí como ser pensante me interesan conocer estas visiones y si quieren que me vuelva sordo a lo religioso y cierre ante ello mi inteligencia, están atentando contra mi condición de persona adulta.

Ya nos quitaron el cordón umbilical, ya dejamos el chupón... ¡ya somos adultos!, si soy religioso, ateo, agnóstico etc., es asunto mío, yo decidiré en qué quiero creer y cualquiera tiene derecho en proponerme sus criterios, ellos tienen el derecho de hacerlo, no hay que amordazarlos, ya la decisión será mía...

Hay quienes se rasgan las vestiduras y se indignan hablando de intolerancia cuando ellos mismos caen en la intolerancia porque parece ser que sólo su visión es válida, se les olvida que a quienes se dirigen son adultos no menores de edad. Si se está en contra del aborto el manifestarlo les molesta mucho, en el fondo quieren imponer su criterio y parte de sus argumentos es decir: es conservador, no es de mente abierta, es oscurantista, piensa como en el medioevo, etcétera.

El religioso no debe hacer política partidista, pero, sí debe participar políticamente en el sentido amplio de la palabra, respetar la ley para que exista el Estado de Derecho, pero las leyes deben también ser justas.

En otras democracias no se hace tanto escándalo, pues hay una cultura de mayor Apertura y las personas cuando van a discernir sobre algo toman en cuenta todos los elementos posibles, no caen en reduccionismos absurdos que atan de manos a las personas.

La persona es un Ser integral, su personalidad esta formada por sus experiencias personales, por el entorno en que vive, por el contexto cultural en que se forma y cuando piensa y reflexiona, lo hace con todo el acervo cultural y educativo que es parte de su persona y no podemos ni debemos querer mutilarlo para que sólo se manifieste con una parte de ella...

Sería en contra de la razón el que le pidiéramos a una persona que renuncie a su yo religioso para ciertos temas o que le dijéramos que deje en el baúl de los olvidos todos sus valores para que pueda discernir con absoluta objetividad.

No nos dejemos mutilar, debemos manifestarnos con toda la plenitud de nuestra persona, que no nos dividan en mitades, cuartas partes u octavos, no en vano hemos recorrido el camino de nuestra existencia para enriquecernos con todo lo que ello implica, para ser lo que hoy somos, hombres y mujeres que nos proyectamos a ese futuro que estamos construyendo en el aquí y en el Ahora.


 

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