BAÚL DE MANÍAS

Splash, glu-glu, chipi-chipi

Por Ma. Cristina Álvarez Astorga
martes, 19 de diciembre de 2017 · 00:00

La noche del 16 de diciembre de 1770 una tempestad se desencadenó desde las Siete Montañas (oiga los truenos, mire los relámpagos); la tormenta descargaba su furia sobre la ciudad alemana de Bonn a orillas del Rhin; el viento helado azotaba puertas y ventanas, mientras la lluvia caía pertinaz y torrencialmente. En una pequeña buhardilla nacía un niño a quien su apá, Don Johann, bautizaría con el nombre de Ludwig, como el abuelo. Y, sí: se apellidaba Beethoven. Nomás por eso voy a escuchar su Sonata para piano No. 17, Opus 31, No. 2, “La Tempestad”, con Sviatoslav Richter: http://bit.ly/2AMGCxL.

“El mundo es una bola de agua y tierra”, dice una canción para niños de Alberto Lozano. Y ni modo que le aleguemos. Por lo menos yo no lo haré. Los “flatearthers” en lugar de “bola” tal vez quieran cantar “platón”. Da igual: bola o platón, de todos modos la otra parte del mundo es agua. http://bit.ly/2BkYH70.

El agua pone a trabajar la imaginación. Desfilan océanos, ríos, lagos, cascadas, glaciares, la “Bufadora” con su estrépito, el chorrito allá en la fuente, neurótico y acalorado, la tormenta la noche en que Beethoven dio su primer berrido. El vital líquido ha sido inspiración para músicos, desde el barroco hasta nuestros días. De Beethoven a Cri-Crí, de Handel a Takemitsu, de Vivaldi a Los Toreros Muertos…

Está ella en el arroyo y en la tormenta de verano de la Pastoral, de Beethoven; brinca y salpica en el serpenteante Vltava (Moldavia) de Smetana; sostiene a la Gondoliera del segundo cuaderno de viajes, de Liszt; acompaña a los vientos agitados de “La Tempesta di mare”, de Vivaldi; es el escenario de los viajes de Simbad, en Sherezada, de Rimsky-Korsakov; recibe la Redes de los pescadores de nuestro refinado Silvestre Revueltas: http://bit.ly/2yN3TxN.

¿Necesito decir que la hallaremos en Mar, de Debussy?; valsea con gracia “Sobre las Olas” del buen Juventino Rosas y en el “Danubio azul” de Johann Strauss II.

Canta y suena en el Acuario del “Carnaval de los Animales”, de Saint Saëns y (¡uh!) en los “Juegos de agua”, de Ravel: http://bit.ly/1lvPApy.

Es personaje muy principal en la encantadora “Mujer Ladina” (del tapatío Juan José Espinoza Guevara): http://bit.ly/2Bm68e9.

Cuando su amor es correspondido por Kathy (Debbie Reynolds), Don (Gene Kelly), nos maravilla “Cantando –y bailando– bajo la lluvia” (letra de Arthur Freed y música de Nacio Herb Brown): http://bit.ly/1mWOCh3.

Los pícaros Toreros Muertos describen el itinerario de su “agüita amarilla” (¡Guácala!... pero… jajaja): http://bit.ly/1PXWYJs.

Decimos “agua” y “música” y pensamos en Handel y su “Música acuática” (1717), que se llama así porque fue estrenada durante un paseo del rey Jorge I de Inglaterra por el Támesis. Handel y su clica amenizaban el viaje. Cincuenta músicos (cuerdas, trompetas, oboes, y un fagot) en una barcaza que navegaba cerca de la embarcación del rey. Al rey le encantó la musiquita. Hizo que la repitieran tres veces: http://bit.ly/1kzSf2Q.

El japonés Tôru Takemitsu también tiene su “Water music” (Música acuática), sólo que es para la cinta magnética (1960). Es la primer composición electroacústica para una interpretación de Noh (drama musical japonés) o, en otras palabras, la primera teatralización Noh de una pieza de música electroacústica. Y ésta sí “suena” a agua :http://bit.ly/2AZUV6p.

¡Splash!
¡Felices fiestas! Si se le llegan a pasar las cucharadas… ¡Aguas! … Porfa, no maneje.
 

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