MAR DE FONDO

¿Cauces hídricos o cauces de basura?

Por Dr. Homero R. Cabrera Muro
sábado, 2 de diciembre de 2017 · 00:00

Los cauces hídricos interurbanos, -estacionales- son una presencia indeseable, y vergonzante, a la fecha un problema irresoluto. Ante ello, causas y efectos-, somos simplemente indiferentes., así ha sido, así es, ¿así será? Lo ignoramos, acompañando en desinterés, observable, y la abulia de gobiernos locales, la lejanía de las competencias federales, y la debilidad de los colectivos sociales. Y así, el problema no desaparece.

Sigue presente y creciente. La acumulación de basura y de contaminación diversa en ellos es deprimente y dantesca, y más aún, alcanza, ya, niveles de peligrosidad para los colectivos vecinales por dos vías: acumulaciones de basura química, orgánica e inorgánica, y por la alteración, invasiones y reducción de la capacidad de conducción, holgada, de los flujos torrenciales y estacionales amenazantes de desbordes y afectaciones sobre los pobladores vecinos y sus asentamientos.

Además, y por si fuera poco, la alteración morfológica de esos cauces, generalmente angostamientos, incrementa la velocidad y turbulencia erosiva de esos flujos al tiempo que reducen las captaciones sub superficiales y conducción de tan preciado recurso, agua, hacia los mantos friáticos cuenca abajo, sin mencionar los acarreos de desechos sobre “las playas de esparcimiento, descanso y recreo familiar”.

A contrapunto de ese destino degradante del ambiente natural y humano, peligroso e ineficiente, de los cauces en comento, Ensenada tiene varios de ellos, es posible pensarlos como un recurso natural valioso para sus comunidades vecinales y para la ciudad en general.

La cuestión es, entonces, que asignación les damos, como basureros pestilentes, cuencas de basura vergonzantes a nuestra civilidad y pertenencia, o bien los reconocemos y usamos como un recurso natural, -bien público de competencia federal,- que genere valor agregado en términos ambientales, sociales y financieros. Esto es en limpieza ambiental, en salud, y en valor catastral de predios y propiedades aledañas, que a su vez incrementa la captación pública local.

¿Cómo? Por medio de dos vías de acción, basadas en la participatividad de los colectivos aledaños e inducida por el interés, ganancias y beneficios, de esos colectivos por la limpieza exhaustiva de esos cauces y sus bordos, por un lado, y por otro, por la forestación de estos últimos a lo largo de sus cauces, desde sus ingresos a la mancha urbana, aguas arriba, hasta sus confluencias y desembocaduras en playas de equitación y desfogue social.

Ello generaría vías verdes, andaderas y ciclo vías a lo largo de esos cauces, a través de la mancha urbana, dándole valor agregado ambiental, social y financiero a los desarrollos urbanos anexos.

El análisis de costos y beneficios, sociales y fiscales, hacen viable este proyecto. Su gestión participativa, socialización de costos beneficios y responsabilidades, minimiza los costos de implementación a la vez que maximiza las ganancias de los colectivos participantes. Estos serían el insumo laboral acompañante a la acción el gobierno local en su operatividad especifica.

Esta última, sin embargo, deberá estar enmarcada en la legislación que otorgue la competencia necesaria al gobierno local de convertir esos cauces de basura y desechos, en vías verdes de comunicación y recreación que potencien el desarrollo de las comunidades urbanas a su paso.

Esto es, exponemos un problema de reasignación de un recurso natural, hoy, de libre acceso a la degradación contaminante ineficiente y costosa, hacía, su usufructo como vías verdes de comunicación, recreación, embellecimiento y desarrollo de las urbanidades que los bordean. Esto es hacia un uso socioeconómico óptimo. ¿Qué hace falta?... dejar de pensar en permanencias inmerecidas.

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