ANDANZAS ANTROPOLÓGICAS

El control del fuego en las sociedades pretéritas

Por Arqlga. Gengis J. Ovilla Rayo*
jueves, 21 de diciembre de 2017 · 00:00

A principios de diciembre se informaba en las noticias de un enorme incendio que azotaba miles de hectáreas de bosque en el sur de California generado y avivado por los vientos calientes de Santa Ana que por su intensidad también se sintieron con fuerza hasta el puerto de Ensenada. Las imágenes de esas grandes llamaradas descontroladas que consumían áreas arboladas nos animan a reflexionar sobre cómo el hombre logró dominar el fuego en la antigüedad, al final de cuentas somos la única especie en el planeta que hemos sacado provecho de éste para nuestra supervivencia.

Son pocos los datos con los que se cuenta respecto de las primeras evidencias del uso del fuego, se cree que hace un millón de años los primeros homínidos adquirieron y conservaron brazas ardientes obteniéndolas de incendios naturales generados, tal vez por una erupción volcánica, rayos de alguna tormenta o de la combustión de vegetación generada en un ambiente extremadamente seco como los sucedido en California. El momento en que se pasó de aprovechar este recurso obtenido de forma natural a la producción intencional es aún incierto, lo que sabemos es que hace 50 mil años las técnicas para generar fuego ya estaban presentes en los grupos humanos que poblaban el planeta.

Se han documentado dos métodos para producir fuego en la Prehistoria: por percusión y por fricción. En el primer caso se usaban dos piedras, generalmente de pedernal o pirita, que al entrar en contacto por medio de golpes constantes producían chispas que al ser capturadas en material vegetal seco entraban en combustión generando una llama. Con la otra técnica se empleaban dos piezas de madera seca (una tabla horizontal y una vara recta) que mediante fricción, en el área donde se rozaban ambas piezas, se calentaban provocando incandescencia que al ser transmitida a la yesca está pudiera incendiarse.

A partir de registros etnográficos sabemos que los antiguos californios producían fuego con la técnica de fricción. Utilizaban una tablilla de madera seca y suave y una varilla de madera seca y dura a manera de perforador. En la tablilla se realizaba pequeñas oquedades con un canal lateral que llegaba al borde, dentro de estos hoyuelos colocaban verticalmente la varilla de madera el cual giraban entre sus manos vigorosamente hasta que se desprendiera un fino polvo caliente que se deslizaba por el canal que al entrar en contacto con la yesca y soplarle adecuadamente generaba combustión. Los más diestros en utilizar los palos de fuego demoraban entre tres y cinco minutos para producir esa pequeña braza que alimentaba los fogones de los hogares y que también les era útil para ahuyentar a los animales, generar luz durante la noche, cocinar sus alimentos y como fuente de calor para protegerse del frío.

Generar una flama con estos dos “sencillos” objetos pareciera una tarea fácil, sin embargo implica poseer un gran conocimiento sobre los tipos de madera, ramas o arbustos más adecuados para ser utilizados como palos de fuego y como yesca, y por supuesto la habilidad de realizar los movimientos giratorios adecuados para generar ese polvo de madera caliente aún en los ambientes menos propicios como climas fríos y húmedos.

Tuvieron que transcurrir centenares de miles de años, desde aquellos primeros homínidos, para que lográramos dominar y producir una llama en cuestión de segundos con la simple acción de frotar un cerillo o fósforo en una superficie áspera o girar la rueda y presionar el pulsador de un encendedor para generar una flama, tal vez la próxima vez que usemos estos utensilios reflexionemos sobre el largo recorrido del fuego en las manos de la humanidad.

* CINAH-BC
 

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