LA BUFADORA

BUFADORA

Por El Mosquito
martes, 26 de diciembre de 2017 · 00:00

La lección “A” de los partidos políticos es que para iniciar un proceso electoral, lo básico es hacerlo con los propios -eso explica un poco las precampañas-, por eso el gran reto y al mismo tiempo paradoja que enfrentarán las principales fuerzas políticas del país este 2018, porque al menos en la mitad de los territorios, las candidaturas no corresponderán a los propios sino a los partidos aliados -minoritarios- como es el caso de PRD y MC con el PAN, y PT y PES con Morena, o Verde y Panal con el PRI. Los que tienen más preferencia electoral, han cedido la mitad del territorio, literal.

Las alianzas, aunque los partidos políticos parten de una “suma” de preferencias no siempre es así, pero cuando esto cobra mayor relevancia es precisamente en 2018.

Ya dijimos que el PAN con Ricardo Anaya arranca su proceso con una profunda división, al extremo de que Margarita Zavala, cabeza política de la corriente que lideró el ex presidente Felipe Calderón, abandonó sus siglas para contender como independiente. Uno se puede imaginar la fractura entre las fuerzas vivas del PAN -las que decíamos, los propios con los que se arrancan campañas- pero sólo los panistas tendrán una radiografía más clara que cualquiera de los ajenos a sus procesos, pero queda claro que la corriente del ex presidente Calderón, la misma que instituyó Carlos Castillo Peraza, representaba al panismo militante duro, al de los ideales y el programa, el que se enfrentó a los foráneos que llegaron con Vicente Fox o quizás un poco antes con Manuel Clouthier desde las organizaciones empresariales del país.

En lo local, los panistas ensenadenses lo vivieron desde la postulación de Ernesto Ruffo Appel, y aunque con los años los que vinieron a engrosar las filas pertenecían a esta nueva ola de militantes, nunca quedó de lado el propósito ideológico y filosófico en los fines del albiazul, los que enarbolaron otras corrientes al interior del PAN, cuyos nombres por ser tantos, lo reservamos para otro momento.

Ensenada, moneda de cambio
Sobra decir, en este brevísimo recuento de conflictos y alianzas, que el PAN –en medio de su unidad desquebrajada- optó por ceder la candidatura a uno de sus partidos aliados de este proceso, el PRD, lo que de hecho no es una novedad que Ensenada sea el municipio donde se “pagan” las cuotas de alianza.

Lo que todos saben es que cada vez que el PAN ha pagado al PRD con Ensenada, no ha ganado. El panismo no vota por el PRD, sea quien sea. A veces no vota ni por los externos, los ciudadanos que lanza el albiceleste, como el caso de Carlos Loyola Peterson.

¿Qué esperar del panismo, de la militancia, del voto duro, el de las familias que abrazaron la causa de los nativos en otras épocas? Posiblemente, como dicen los políticos, brazos caídos.

Siempre Armando
¿Y en Morena? También el partido de Andrés Manuel López Obrador decidió pagar la cuota de la alianza con la candidatura en Ensenada, otorgándola al Partido del Trabajo y de éste a Armando Reyes Ledesma.

Morena comete el error estratégico más grave aún que las metidas de pata de AMLO en campaña -como eso de perdonar a los narcos para que se acaben las matanzas- al entregar las candidaturas a su burocracia, a los cuadros directivos del Partido más joven de México. ¡Qué contrasentido!, en cualquier partido, que cuando más falta le hacen los votos a su candidato presidencial, quienes pueden acercarle simpatías a su proyecto deciden amarrar sus propios proyectos personales. ¡Cómo van a lamentarlo la noche del conteo, cuando las milésimas hagan la diferencia entre ser y no ser!

Así como Margarita Zavala perforó las posibilidades del anticipado triunfo del Frente por México, así Morena creó un profundo hueco por donde siguen saliendo perredistas que llevaron dos veces de candidato a la Presidencia a López Obrador.

Esta modalidad -sería absurdo considerarla estrategia- no le es ajena al PRI de José Antonio Meade y parece ser tradición en el Partido Verde. Su buró, y en el caso del Verde, sus dueños, son quienes tienen para sí y para nadie más todas las candidaturas. Así como en el PT y PRD, no hay más, no hay otros, siempre los mismos desde casi su fundación.

Y hablando de orificios, no menor es el hueco que creó la candidatura “ciudadana” de Meade, como si el ser priista fuese una mala carta de presentación. ¡Qué cosas!

PAN dividido, candidatura entrega al PRD; Morena despreocupado, entregando posiciones a lo más desacreditado del PT y candidaturas ciudadanas que no alcanzan el mínimo de firmas para el registro, coloca al PRI -ese que no quiere militantes de candidatos- nuevamente con todas las posibilidades.

La oferta electoral, distinguidos conciudadanos ensenadenses, no estaba en la carta a Santa Claus.
 

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