DESDE HOLANDA

Navidad a la mexicana

Por Dianeth Pérez Arreola
miércoles, 27 de diciembre de 2017 · 00:00

Esta Navidad es la número quince que disfruto en México desde que vivo fuera del país. El par de semanas que duramos en México mi esposo, mis hijas y yo, son una sucesión de comidas, fiestas y reuniones que nos dejan cansados, gordos y felices. Para mis hijas es toda una experiencia, pues en Holanda no hay tanta comida, tanta música, ni tanta algarabía.

Los primos holandeses de mis hijas ya están grandes, ellas son las únicas niñas, así que venir y verse rodeadas de tantos niños y tantas fiestas, hacen que para ellas la Navidad sea muy especial.

Es curioso cómo se vive la Navidad al venir a México una vez al año. Un año la prima se vuelve adolescente y se llena de granos, y al siguiente ya es una hermosa joven montada en unos tacones de miedo. O los que yo pienso que aún están en la prepa y resulta que ya se van a graduar de la universidad. O la evolución de las pláticas de mis padres y mis tíos. De hablar de su trabajo, viajes y carros, ahora hablan de anteojos, jubilaciones y medicinas.

Veo el paso del tiempo y parece que estar aquí cada año acelera la velocidad de los años. Hace nada que corría con mis hermanos por el pasillo de la casa de mis padres, donde ahora lo hacen mis hijas. Veo nuestras fotos en medio de nuestros zapatos bronceados, sonriendo desde el pasado y destiñéndose con los años, y me pregunto si mis hijas verán sus fotos varias décadas más adelante preguntándose porqué pasa el tiempo tan rápido.

Hay cosas que no cambian, como sufrir el jet lag, tener gripa en los días festivos, arrepentirse de haber comido tanto casi todos los días, y disfrutar el sol, que en Holanda raramente vuelve a asomarse hasta la primavera.

Las cosas que cambian, son parte del choque cultural inverso. Las cosas que sorprenden al estar de regreso en el país de origen, como la impuntualidad, la cantidad de autos en la ciudad y la poca civilidad al conducir, el ya no saber cuánto cuestan las cosas, y ver el ambiente tan contaminado.

Es muy especial ver a mis hijas y mis padres disfrutar de la mutua compañía, y al mismo tiempo sentir que los días se van volando y se acerca la fecha de regresar a Holanda. Disfruto mucho de ver a toda mi familia estos días y ponernos al día.

Algunas mexicanas en Holanda dicen que cuando vienen a México llega un momento en el cuál se sienten fuera de lugar o quieren ya regresar a su casa. Yo cuando estoy aquí siento como si nunca me hubiera ido, y la idea de regresar a Holanda siempre me entristece.

Esta es la mejor época del año para venir. Mucha comida, mucha familia, muchas fiestas. Mis hijas hablan casi perfecto español y verlas jugar y platicar con la familia aquí, me enorgullece de haberles dado el mejor regalo de todos al ser constante al hablarles siempre en español.
 

...

Valorar noticia

Comentarios