DESDE EL VIGÍA

Pobreza y olvido

Por Editorial El Vigía
viernes, 29 de diciembre de 2017 · 00:00

Los jornaleros agrícolas en México siguen laborando sin contratos de trabajo, prestaciones ni condiciones dignas, denunció el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).

En su ficha temática sobre personas jornaleras agrícolas, indica que sólo tres de cada 100 trabajadores cuentan con un contrato escrito debido a que no cuentan con un empleador fijo y a que trabajan por estaciones.

“Lo anterior dificulta su acceso a contratos que formalicen sus actividades, prestaciones de seguridad social, incluso condiciones de trabajo decente (jornadas de máximo 8 horas; pago de horas extra; salario justo)”, señaló.

La falta de prestaciones evita que los trabajadores tengan acceso a la salud, seguridad social y vivienda, carencias sociales que influyen en la alta marginación de ese sector.

Según cifras del INEGI, los jornaleros ganan, en promedio, 18.5 pesos por hora; de cada 100 trabajadores agrícolas, 66 son remunerados y 34 sólo reciben pagos en especie.

Además, sólo siete de cada 100 cuentan con prestaciones laborales como aguinaldo y vacaciones con goce de sueldo.

Los jornaleros trabajan de 9 a 15 horas diarias, sin días de descanso, y con un pago condicionado a la cosecha de cierta cantidad de cultivos.

“Es urgente crear programas que, tomando en cuenta la naturaleza temporal de este trabajo, regulen las relaciones entre personas empleadas y empleadoras”, opinó el Conapred.

Ante la falta de acceso a la seguridad social o al Seguro Popular, la población jornalera no puede atender las enfermedades causadas por el uso de sustancias químicas, el cual no se reconoce como un riesgo laboral.

Dado que los trabajadores agrícolas suelen migrar con sus familias en búsqueda de trabajo, los niños son gravemente afectados por las condiciones laborales indignas, alertó el Consejo.

Según organizaciones civiles como la Red Nacional de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas, los niños y adolescentes viven hacinados en áreas sin separación por géneros, en condiciones antihigiénicas, sin acceso a la salud ni a la educación.

Además, trabajan en los campos junto a sus padres, expuestos a elementos tóxicos, sin protección y sin remuneración por su trabajo.

Fuente: Agencia Reforma
 

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