POR SI LAS MOSCAS

Política y democracia

Por Laura Monzón
viernes, 29 de diciembre de 2017 · 00:00

Estamos en la época de precampañas y a unos meses de iniciar la carrera electoral hacia la presidencia de México.

A pesar de que se supone que los precandidatos únicos aún no pueden promocionarse a través de los medios de comunicación, hemos podido apreciar uno que otro spot propagandístico escondido bajo la figura de “información para militantes del partido”. Sí, claro.

Como sea, ya tenemos la certeza de quiénes son los tres candidatos partidistas a la presidencia: Antonio Meade Kuribreña por el PRI-PVEM-Panal; Ricardo Anaya Cortés a la cabeza de Por México al Frente; y el eterno candidato Andrés Manuel López Obrador, abanderando la terna “por el bienestar social y del alma”, Morena-PT-PES… háganme el favor.

Sólo nos falta saber qué aspirantes independientes lograrán su candidatura para entrar en la contienda electoral y tendremos un nutrido abanico muy colorido de… nada.

En mi opinión muy personal, todos, incluyendo a los independientes, podrían ser secuestrados por extraterrestres y desaparecer de la faz del mundo, porque todos están para el traste. Ni invocando la sabiduría del doctor Víctor Frankenstein podríamos elegir lo mejor de cada uno y coser las partes, para crear a un candidato que valiera la pena.

Como sea, según varias personas y encuestas, parece que el candidato más fuerte es López Obrador; pero varios consideramos que todos los tejes y manejes creados en últimas fechas, le darán la victoria definitiva a Antonio Meade. ¿No lo creen? Ya veremos los resultados en junio.

Sin embargo, son simples especulaciones basadas en lo que hemos visto hoy día. La decisión final la tenemos los votantes. Porque vamos a salir a votar, ¿verdad?, y nos vamos a interesar por el rumbo que tome el país y, sin importar quién salga electo en 2018, le exigiremos al gobierno que viene haga su trabajo como debe. Ahora sí, vamos a cambiar.

Si estamos hartos de la situación del país, debemos comenzar a interesarnos por la soporífera y cargante política, por la simple y sencilla razón de que, como su nombre indica, está relacionada con los ciudadanos, es decir, es el proceso de tomar decisiones como sociedad que somos, para resolver los problemas que nos atañen.

En pocas palabras, si lográramos entender que la política nos incumbe a todos, entraríamos en un periodo de transformación que nos llevaría a un estado de verdadera democracia, llevada a cabo por ciudadanos libres, con el derecho y la obligación de ejercerla.

Y ya entrados en el tema, el filósofo y politólogo iraní Ramín Jahanbegloo dice que en cuestiones de la democracia, “hablar de liberación y transformación es hablar de toma de decisiones y del acto de elegir por parte de los ciudadanos”.

Pero no se refiere sólo a elegir a través de las urnas. La democracia no surge por generación espontánea, por el simple hecho de salir a votar el día de las elecciones y sentarnos a esperar a ver qué pasa, sino que es un proceso que se centra, más bien, en nuestra capacidad de organización como sociedad, de pedir responsabilidades a los políticos, a los partidos y a sus dirigentes.

Si a estas alturas, en pleno siglo XXI, seguimos teniendo la impresión de que no vivimos en un país democrático, habría que preguntarse: ¿de quién es la culpa?
 

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