LA OTRA HISTORIA

La audacia del presidente

Por Lucía Garayzar Rodríguez*
miércoles, 6 de diciembre de 2017 · 00:00

La audacia de la esperanza, es un libro perfectamente bien escrito en donde el autor plantea los problemas a los que se enfrentaría Barack Obama de llegar a la presidencia de los Estados Unidos. El libro enumera las dificultades por los que atravesaba el vecino país en aquel momento y curiosamente demuestra que los problemas de aquel tiempo, eran muy similares a los problemas de los también países desarrollados, a pesar de las indiscutibles diferencias que existen entre la estructura social, económica, cultural y política de todos ellos. La obra nos habla sobre la capacidad de Obama para transmitir esperanza dentro de un ambiente de descalificaciones.

La audacia de la esperanza, como bien lo ilustra el periodista Juan Avilés, analiza una serie de conceptos que todo tienen que ver con el funcionamiento de un país que pretende mantenerse en la mejor directriz; ¿Cómo evitar que los efectos dañinos de la globalización conduzcan a un contraproducente intento de combatirla? ¿Cómo combinar el dinamismo que ofrece la iniciativa individual con la protección que garantizan las políticas sociales? ¿Cómo promover la investigación científica y el desarrollo tecnológico sin los cuales el país no podrá mantener su actual competitividad en el ámbito global? ¿Cómo aumentar la calidad de la enseñanza? ¿Cómo lograr que la fe religiosa sea un estímulo para trabajar por el bien común y no un factor de discordia? ¿Cómo sacar del círculo vicioso de la pobreza y el crimen a los barrios degradados? ¿Cómo afrontar el problema de la inmigración irregular? ¿Cómo mantener los valores familiares sin pretender el retorno a un caduco modelo patriarcal?

El mensaje central de Obama se basó en la unión y en mantener viva la esperanza de alcanzar un futuro mejor: “Nuestra política se ha tornado penosa y partidaria, tan echada a perder por dinero e influencia, que no nos permite abordar los grandes problemas que demandan soluciones. Aún en el medio de los enormes desafíos que afrontamos, tengo una gran fe y esperanza en el futuro, porque ¡creo en ustedes!”. “No es la magnitud de nuestros problemas lo que más me concierne, es la pequeñez de nuestra política. Norteamérica se ha enfrentado a grandes problemas antes. Pero hoy en día, nuestros líderes en Washington parecen incapaces de trabajar juntos”: “Esperanza. Esperanza frente a la dificultad. Esperanza frente a la incertidumbre. ¡La audacia de la esperanza! En definitiva, ese es el mayor regalo que Dios puede darnos, el cimiento de esta nación. Creer en aquello que no se ve. Creer que nos espera un futuro mejor. No existe una América liberal y una conservadora, una negra y una blanca, una latina y una asiática, sólo los Estados Unidos de América”.

Amable lector: México entero, mi estado y mi ciudad están ávidos de esperanza, de líderes audaces, de hombres y mujeres que emanen confianza. Cada elección trae nuevas caras, nuevos discursos, nuevas frases, nuevas promesas y muchas pero muchísimas esperanzas de un futuro mejor. ¿Cuánto deseamos y necesitamos anidar esperanzas?, esperanza de una ciudad segura, de una ciudad limpia, de una ciudad bien estructurada, de una ciudad prospera. Nuestra política también se ha tornado penosa y partidaria, se ha echado a perder por dinero e influencia; no nos permite abordar los grandes problemas que demandan solución. Hoy nuestros líderes son incapaces de trabajar hombro a hombro. Hoy, prácticamente los ciudadanos no creemos cuando de políticos se trata, en nada ni en nadie. Los próximos exponentes deberán desarrollar con gran audacia sus acciones, porque los mexicanos estamos en un punto en el que casi lo hemos perdido todo, aquí, si necesitamos ver para creer.

* La autora es profesora

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