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La economía ecológica: una visión alterna del desarrollo

Por Dr. Roberto Ramón Enríquez Andrade*
sábado, 13 de enero de 2018 · 00:00

Ante los crecientes síntomas de degradación ambiental, basta mencionar el cambio climático ocasionado por el uso indiscriminado de combustibles fósiles, y las abrumadoras consecuencias económicas y sociales que este problema nos empieza a ocasionar. No es sorprendente que se cuestione si el modelo económico vigente, sustentado en el uso intensivo de materiales y energía, es el adecuado. Dentro de esto surgen preguntas como ¿Es posible conciliar la ecología con la economía? ¿Cómo se relacionan los ecosistemas naturales y la calidad de vida de las sociedades humanas modernas? La economía ecológica surge como una crítica al análisis económico convencional ya que no considera explícitamente los límites que las leyes de la física imponen a la transformación de materia y energía, necesaria para satisfacer las necesidades de los humanos. Consecuentemente, las políticas económicas se establecen como si las posibilidades de producción y crecimiento fuesen infinitas.

Siendo una rama transdisciplinaria del conocimiento, la economía ecológica conjunta nociones de ecología y economía con los principios básicos de la termodinámica “nada se crea ni se destruye tan solo se transforma” para analizar y proponer soluciones a problemas de desarrollo humano. Se enfatiza la importancia económica de los ecosistemas naturales (el capital natural) como fuente fundamental para satisfacer las necesidades y aspiraciones de las personas. El capital natural genera flujos de bienes y servicios (los servicios ecosistémicos) insustituibles, que incluyen alimento, agua potable, energía útil y materiales. Los ecosistemas también regulan el clima y actúan como un gigantesco panel solar (la fotosíntesis) que retiene la energía del sol y la convierten en energía utilizable. Los ecosistemas actúan también como plantas recicladoras (los ciclos biogeoquímicos) que reciben los desechos de la actividad económica y los transforman para que los podamos reutilizar. Sin los servicios ecosistémicos, no solo la producción económica, la vida misma sería imposible en el planeta. Desafortunadamente, como ya se dijo, las políticas económicas que prevalecen en prácticamente todo el mundo parecen ignorar que estos importantes servicios ecosistémicos están sujetos a límites físicos. Por exceder estos límites, es precisamente, de donde surgen los problemas ambientales.

Por tal, los economistas ecológicos concluyen que es necesario un cambio en el objetivo principal de las políticas económicas. La obsesión por el crecimiento económico y la acumulación insensata de riqueza por unos cuantos deben ser sustituidos por un objetivo de verdadero desarrollo económico: humanista, con un énfasis en lo cualitativo (calidad de vida) y acorde con la capacidad del planeta de sustentarlo. En esta perspectiva las políticas económicas deben orientarse a una mayor equidad social, sustentada en el uso racional de los recursos naturales y la conservación de los sistemas naturales que actúan como soporte de vida en el planeta. Se necesita también una fuerte inversión en ciencia y tecnología (capital humano) de tal manera que se puedan encontrar formas de prevenir daños y mitigar los ya ocasionados a la ecósfera, pero sobre todo para enfrentar la degradación adicional que irremediablemente surgirá al transformar los ecosistemas para acomodar el crecimiento demográfico.

* Profesor de la Facultad de Ciencias Marinas de la UABC

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