DESDE HOLANDA

Un nuevo año

Por Dianeth Pérez Arreola
miércoles, 3 de enero de 2018 · 00:00

Se fue el 2017, y a muchos les habrá parecido bueno, malo o regular, y en caso de que haya sido malo, las ventajas son que ya se acabó y que siempre podemos aprender algo de las malas experiencias que hayamos vivido.

Muchas de esas experiencias tendrán que ver con nuestras decisiones o actitudes y otras con circunstancias fuera de nuestro control. Lo mejor de iniciar un nuevo año es que nos da la oportunidad de empezar de nuevo.

Aunque nada nos impide lanzarnos a emprender nuevos proyectos en cualquier época del año, diciembre es el mes donde empezamos a plantearnos propósitos; con el fin del año vamos cerrando ciclos, terminando pendientes, solucionando cosas que nos dejen iniciar un nuevo ciclo sin ir arrastrando cosas del pasado.

Un nuevo año es la oportunidad de dejar viejos vicios, replantearnos nuestros sueños, planear viajes, ponernos metas. Es la también una buena ocasión de hacer un recuento de nuestra vida y ver si vamos por el camino que un día planeamos, si somos felices haciendo lo que hacemos, si somos felices estando con quienes estamos.

Todos quisiéramos un país mejor, más ordenado, más transparente, pero nadie se pone a pensar si nos comportamos como ciudadanos dignos del país que queremos. Me ha sorprendido mucho ver que es la regla y no la excepción usar el teléfono celular al conducir. También que siempre hay gente que se pasa los semáforos en rojo.

Cada vez que cometemos una falta de ese tipo, cada vez que usamos “palancas” para agilizar un trámite, cada vez que damos “mordida”, estamos demostrando que el país es también un reflejo de nuestra actitud.

Para alcanzar un mejor país también hay que ser mejores personas. No hagamos las cosas que criticamos en los demás, y para los que tenemos hijos, no olvidemos que somos su ejemplo.

Me llevo a Holanda la preocupación por la inseguridad de México. Las noticias del tema que he leído aquí esta semana, son las que leeré allá en un año. Me duele la falta de efectividad de las autoridades tanto como la apatía de la gente para exigir un cambio.

Me llevo también el calor de mi familia y de mis amigos, quienes me dan la energía suficiente para aguantar otro año lejos de ellos. También me llevo unos kilos extras, evidencia de mi nostalgia y mi amor por la comida mexicana. Lo mejor de venir en estas fechas.

Como dice el dicho, uno no sabe lo que tiene, hasta que lo pierde. Disfruto hoy mi último día en mi tierra, gozando del sol, pues en Holanda me espera aún lo más duro del invierno, días grises y gélidos. Tengo el resto del día para despedirme de mi familia y del recalentado, ver a mis hijas jugar con sus primos, no pensar aún en hacer maletas, no ser asaltada por la tristeza.

Que el 2018 nos haga mejores personas, cumpla nuestros sueños, nos de retos, salud, armonía y amor, que nos haga más empáticos, más autocríticos y exigentes con nosotros mismos. Feliz 2018.
 

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