BAÚL DE MANÍAS

A ver, a ver…

Por Ma. Cristina Álvarez-Astorga
martes, 20 de noviembre de 2018 · 00:00

¿Por qué carambas la música de Handel en general (y del Mesías en particular) es hoy día, en pleno siglo 21, todavía popular? Mh. Bueno. Depende de qué consideremos “ser popular”. Para usar una comparación facilona, digamos que Handel era el Juan Gabriel de la era barroca en Inglaterra, allá por 1730, 40, 50. Y no, ya no es taaan popular como Giovanni Gabrielli, pero sigue siendo muy famosón. Sin ir más lejos (porque qué flojera), ahí tiene usted el magnífico Himno de la Champions League. Es una adaptación del himno “Zadok, the priest”, del buen Jota Efe (Georg Friedrich, o sea, Jorge Federico, o sea, Jota Efe)… fue compuesto para la coronación del Rey George II, en 1727. Ay, qué bonito es lo bonito. Dice, entre otras cosas, que “al lado del rey se regocijará mi corazón”. Ha sido cantado antes de la unción del soberano en la coronación de cada monarca británico desde que fue compuesto. El texto fue elegido por Handel y es una traducción de la Antífona tradicional “Unxerunt Salomonem”, derivada del relato bíblico de la unción del rey Salomón por el sacerdote Zadok. Esa traducción ha sido usada en todas las coronaciones reales, desde la de rey Edgar en la Abadía de Bath en 973. Guau. Chéquelo en este link. Son cinco minutos “a lo Handel”. Sin desperdicio. Además, con The King´s Consort (nomás): https://bit.ly/2QUPyZT.

Así que digamos que la música de Handel sigue siendo popular… porque es muuuuy buena. Está llena de las más hermosas melodías, pero, además, como Handel era un mago, esas melodías están presentadas de tal manera que cada una parece que florece ante nuestras maravillados oídos…

En el caso del Mesías, en particular, si a lo dicho le sumamos la historia que cuenta, tenemos “the whole pacage”, como dicen los gringos, o sea, el paquete completo.

Yo, en estas temporadas pre-prenavideñas, para luchar eficazmente contra el Grinch que llevo dentro (y que me hace desvariar desde que empiezo a ver adornitos navideños junto a calabazas de Halloween), mejor me pongo a escuchar el Mesías. Y, oh maravillas de la magia handeliana… tiene un efecto reconfortante. Y fíjese usted, amable lector: no es casual la elección del adjetivo, qué va. Así es precisamente como comienza el tenor la historia. Él canta, muy tierna y alegremente “Comfort ye my people” e inmediatamente después se avienta “Every Valley”… Después de visitar varios videos, la versión que más me gustó fue la del estadounidense Jerry Hadley (1952-2007), un tenor con un equilibrado registro vocal y que además fue el único que sonreía al cantar. Para el caso de este par de bellezas handelianas en particular, eso realmente hace mucha diferencia… ¿Cómo? ¿Poner a un tenor gringo a cantar dos rolitas de Handel (para colmo, en el Aniversario 250, en Dublín y con Sir Neville Marriner y la Academy of Saint Martin in the Fields )? ¡Anatema! https://bit.ly/22L0Wsk.

Jerry Hadley fue uno de los tenores más relevantes de su generación. Destacó igual con personajes de Mozart, que de Stravinsky y Bernstein. Cosechó sus primeros triunfos como Alfredo, el Duque de Mantua, Edgardo y Nemorino en la New York City Opera. En La Scala, se recuerda su encarnación de Tom Rakewell (“The Rake’s Progress” de Stravinsky), Candide de Bernstein, Idomeneo, Tamino y Don Ottavio de Mozart, entre otros. Que se aguanten los “britttenors”.
 

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