POR SI LAS MOSCAS

Con ustedes, la guardia nacional

Por Laura Monzón
viernes, 23 de noviembre de 2018 · 00:00

No bastaba la consulta mal hecha para cancelar del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM); tampoco aquella que se realizará este fin de semana, para definir si se edifica o se construye el Tren Maya y los otros proyectos de infraestructura setentera. López Obrador anunció el miércoles que se compromete a llevar a las urnas la creación de la novedosa Guardia Nacional, para que el pueblo decida lo que él ya decidió.

Dicho organismo de seguridad, de entrada, estará conformado por un nuevo cuerpo militar de 83 mil elementos de la Policía Federal (la cual desaparecerá, según los planes), el Ejército y la Marina, bajo un mando castrense, con la intención de “aprovechar el conocimiento y la disciplina, así como sus cuarteles, para garantizar la seguridad de los mexicanos y serenar al país”, dijo el presidente electo en una entrevista.

Para el mesías de los que votaron por él, son exageradas las advertencias de ciudadanos, empresarios y organizaciones sobre los riesgos de que continúe la militarización del país. Sin embargo, dice que escucha y respeta las opiniones de otros; aunque eso no quiere decir que vaya a tomarlas en cuenta, si nunca ha considerado algo que no salga de su cabecita loca.

Explicó que, junto con su séquito de lopezobradoristas de la cuarta transformación, hizo un diagnóstico profundo, y se dieron cuenta que Enrique Peña Nieto “está utilizando al Ejército y a la Marina de manera ilegal”, porque es anticonstitucional. Ahora resulta que sí considera la Constitución.

Total que, después de una ardua faena de sentarse a pensar cómo materializar su berrinche, él y su equipo llegaron a la conclusión de que la mejor opción era crear la Guardia Nacional y emperifollarla con un marco constitucional, es decir, que será la misma Ley de Seguridad Interior, propuesta y aprobada durante la Legislatura pasada, pero remasterizada y bien revolcada para hacerla parecer buena, democrática y muy liberal. Tal vez, hasta peligrosa.

La semana pasada, la Suprema Corte de Justicia de la Nación dictaminó que la Ley de Seguridad Interior es inconstitucional, por dos puntos clave: la presencia permanente del Ejército en las calles y la ambigüedad en el uso de la fuerza. No obstante, el mesías exportado desde Tabasco va que vuela para revivirla y darle una manita de tigre.

Le cambiará el nombre, como buen heredero del priismo setentero que es, y modificará la Carta Magna a su antojo, para llevar a cabo su rabieta de crear un grupo de élite a sus órdenes, dejándole a las Fuerzas Armadas todo el control de las tareas policiales, cuando en todo caso dicho futuro organismo debería depender de la Secretaría de Seguridad Pública, para que sea civil.

Según la iniciativa presentada el martes pasado por Morena en la Cámara baja, se modificarán trece artículos constitucionales para echar a andar la nueva policía militar nacional de la república amorosa.

López Obrador y su séquito de legisladores bien amaestrados están obviando la decisión de los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para perpetuar a las fuerzas armadas en las calles.

Pero siempre hay una luz al final del túnel. Como vivimos en un país que es ejemplo de democracia, el mesías exportado desde tabasco juró y perjuró que si el “pueblo sabio” decide rechazar la creación de la Guardia Nacional en la consulta, entonces, cuando ostente la corona presidencial, detendrá el proceso legislativo, si es que aún no se han aprobado los cambios a la Constitución o, en todo caso, enviará una contrarreforma al Congreso.

Al final, sabemos que la Guardia Nacional va porque va.
 

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