ATERRIZAJES

El conformismo sociocultural

Por Adán Echeverría
martes, 13 de febrero de 2018 · 00:00

Cuando todo el mundo reconoce lo bello como bello, esto en sí mismo es la fealdad. Lao Tsé

¿Acaso si todos pensamos que Scarlett Johansson es bella, eso la hace fea? ¿El filósofo quiere aludir a esta idea? Nada más alejado. Pensemos en otro ejemplo:

Un hombre se siente atraído por una mujer más alta que él, o muy delgada o demasiado llenita para lo que dictan las tendencias actuales de belleza. Sus conocidos le dirán: ¿Qué haces con la chica gorda? Y ese tipo de argumentos ridículos y soeces, producto de la poca educación que tienen. Hay que apuntar que quien criticara de esa forma a la chica que te gusta debería llevarse una patada en la cola, y deberías pensar que quien te dice algo semejante no es ni tu compa ni tu carnal ni tu amigo, no lo es ni lo será.

Pero yendo más allá de la educación, el intelecto y la cultura, volvamos a lo que indica el epígrafe. Lo que se está planteando es que: no porque a los demás les parezca algo feo, para ti sería lo bello.

El texto de Lao Tsé representa el común ordenamiento de la masificación de la cultura en la que te encuentras, y vos tienes derecho a resistir. Por qué crees que algo es bello, porque vos eres quien lo cree, tus gustos propios, o porque te dejas llevar por lo que los demás indican. ¿Qué algo sea bello para ti es tu decisión o apenas te guías por la norma que rige a los demás? ¿A qué suceso gremial perteneces?

Pensemos en el arte, en el cine, en la música: La música banda te parece mala a ti, o hablas mal de ella, porque ser intelectual es hablar mal de la música banda. No te gusta Arjona por ti mismo, porque has hecho un análisis de sus letras, su música, su forma de interpretar, o porque es de intelectuales odiar a Arjona. Te gusta tal obra literaria porque la has leído, o porque es de intelectuales decir que la has leído. Lo bello y lo feo lo son para ti en exclusiva, o lo es porque para los demás lo es. ¿Dónde está tu decisión propia? Lao Tsé evidencia la reducción simbólica del conformismo.

Raymond Carver lo expone en su cuento “Ellos no son tu marido” de su cuentario “¿Quieres hacer el favor de callarte, por favor?”; en la obra el personaje Earl Orber se siente vulgarmente ofendido porque dos tipos que ni siquiera conoce hablan con grosería, junto a sus narices, del físico de su esposa Doreen. Y en vez de que el marido defienda a su esposa, o al menos encararlos, el personaje se ofende, y somete -con base en berrinches y chantajes- a su esposa a un régimen alimenticio que la hace perder más de ocho kilos en pocas semanas, para que ella no lo siga avergonzando. Y luego vuelve a la cafetería para comprobar que ahora los hombres dirán lo guapa que se ve su esposa, no por su esposa, sino para que él se sienta orgulloso de poder levantarse una mujer hermosa y delgada. Patético personaje.

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