BAJO PALABRA

Regrets

Por Hadassa Ceniceros
viernes, 16 de febrero de 2018 · 00:00

La encontré haciendo fila en un supermercado un día particularmente ajetreado. La fila era enorme, arrimé mi carrito con la vista puesta en los encargados de cajas con la esperanza de que abrieran una caja para quienes llevábamos uno o dos artículos para ser cobrados.

No reparé en la señora que iba frente a mí, choqué mi carrito con el de ella y solamente dije “disculpe”.

Esos sitios obligan a una a hundirse en sus propias cavilaciones para no dejarse arrastrar por la impaciencia. Así, mientras escuchaba música a la cual no le di mayor atención la mujer de enfrente me dijo perdón no eres… ¡Rosina! Exclamé, acercándome para abrazarla, no te reconocí perdona es que hay tanta gente que… Qué bueno que me reconociste estaba a punto de salir del mercado y dejar mi compra para otro momento ¿estás muy apurada? No, es que no soporto la música. ¿Qué tiene, es una melodía francesa no? Sí pero siempre pienso en Gabriel y algo que pasó entre nosotros alguna vez. ¿quieres contarlo? No es la gran cosa mira, ya ves que me casé muy joven, a los 18 años ya esperaba mi primer hijo, una vez, antes de estas fiestas de San Valentín le dije que quería un perfume, se llamaba Fame y era de una línea de Dorsay (no puedo olvidarlo) siempre me han gustado mucho los perfumes. Lo llevé a la tienda y le enseñé por el aparador cuál era el perfume que quería. ¿Y? Pues, bueno…llegó el 14 de febrero y de regreso de sus clases llegó con un regalo envuelto en rojo y blanco, desde que miré la caja entendí que no era lo que quería, lo abrí y me encontré con un cepillo de pelo, un peine y un espejo de mano. Esos regalos que arman en las tiendas y te los venden en paquete. Gabriel miró mi descontento, además le dije ya te había dicho lo que quería. Se fue al centro y regresó con el perfume que quería. En ese momento sentí mucha vergüenza, porque no pude ocultar primero mi decepción del primer regalo y luego mi reproche ante lo que había decidido regalarme él. Ahí quedó todo, debo decir que dado mi embarazo y lo mal que lo pasé esa primera vez, no pude “soportar” el aroma del perfume, me causaba náuseas horrorosas. Nunca lo usé, nunca lo he vuelto a hacer. No olvido el aroma. Pero lo que quisiera olvidar es mi comportamiento. Eras casi una niña, estabas embarazada y ya le habías dicho qué querías. Sí, pero podía haber aceptado el primer regalo sin más, Gabriel lo compró para mí con buena intención. Eso lo dices ahora a los 50 años como si fueras la madre de aquel muchacho, aquel tiempo ya pasó, no te atormentes con cosas así. Cuando uno recuerda cosas del pasado el juicio que despiertan es el de la persona que somos en la actualidad y lleva elementos de madurez que no teníamos antes, por eso es uno a veces tan severo con uno mismo.

Además, la canción se llama No regrets, no te arrepientas de nada.

Llegamos a la caja, nos despedimos con un beso y no nos volvimos a ver.

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