LA BRÚJULA

Tiempo de especulaciones

Por Heberto J. Peterson Legrand
lunes, 19 de febrero de 2018 · 00:00

Constantemente somos espectadores pasivos en los medios televisivos de mesas redondas, entrevistas de intelectuales, expertos en temas políticos o económicos que indudablemente enriquecen nuestro acervo cultural en dichos temas y otros más.

Escuchamos opiniones acordes unas, opuestas otras y con todo ese acervo de información vamos tratando de formarnos un criterio propio.

Me percato que hay especulaciones que lo que provocan son ampliar el campo de incertidumbre sobre lo que irá a pasar en un futuro inmediato.

En el caso de las elecciones sabemos de antemano que se dirán cosas no apegadas a la verdad y que tienen como único propósito el pegarle al contendiente, exhibir sus errores y tratar de demostrar su incapacidad no sólo intelectual, profesional sino también moral o ética para gobernarnos.

Nadie tiene la bola mágica que nos dé con certeza los elementos, procedimientos programas o plataformas que den certidumbre.

Los ciudadanos tratamos de partir de una realidad ¡espero!, y a mi juicio lamentablemente, es que la credibilidad se ha perdido, los ciudadanos tienen aún en su mente -producto de muchos años- la presencia de la corrupción e impunidad, ya la retórica no los convence y también los medios de información han perdido credibilidad y los ven como instrumentos manipulables al servicio de X candidatos y por lo tanto faltos de objetividad en sus coberturas.

Hemos presenciado muchas mesas de debates de hombres y mujeres que proyectan en sus intervenciones experiencia y oficio, debates de jóvenes de distintos partidos que nos ofrecen un show para demostrarnos sus habilidades para debatir, pero…¿por ese sólo hecho les asiste la razón?

Hay debates, desde luego muy juiciosos de personajes que tienen autoridad, conocimiento y apertura para saber escuchar y exponer.

Hay otro tipo de debatientes, entrevistados o intelectuales ajenos a filias partidistas.

Que en su gran mayoría dejan sentir con toda claridad el hartazgo dentro del tejido social que se siente impotente al percatarse de que el entorno que le rodea no es democrático sino pragmático, utilitarista en sentido peyorativo donde unos pocos son los beneficiados y la enorme mayoría perjudicados y frente a un futuro incierto que preocupa enormemente a las familias que ven canceladas las oportunidades de crecimiento, educación y desarrollo de sus hijos.

Por otra parte, hay analistas que nos presentan un entorno geopolítico cada día más complicado que está enfrentando, polarizando, a naciones que desempeñan un papel clave en el planeta. No somos una isla y todo lo que suceda en otros continentes también nos impacta o impactara.

Las redes sociales no han cumplido a cabalidad con su función; en la sociedad existe el sentimiento de que la caballada está muy flaca y que el país no ha progresado como debería a estas alturas del inicio del siglo XXI.

Decía Sócrates que no estaba de acuerdo con la democracia porque no gobernaban los más aptos. Lo mismo sostenían los espartanos.

En nuestro país la democracia no ha evolucionado como hubiésemos querido y por otra parte cuando se habla de los más aptos, pienso en aptos pero integralmente, que no lo sean sólo intelectualmente, profesionalmente, sino también que dirijan este país hombres y mujeres no sólo con cabeza, sino también con alma y corazón para llegar a un auténtico humanismo que despierte en los políticos la búsqueda del Bien Común. Que volteen a ver a los pobres a los miserables a los necesitados que necesitan llenar estómagos e intelecto a través de la educación y la cultura y para que los padres y maestros tengan tiempo de comunicarles las virtudes y los valores humanos y trascendentes.

Ojalá y demos un paso más allá de la especulación.
 

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