OPCIONES

Hasta que el águila habló

Por Blanca Esthela Treviño*
sábado, 24 de febrero de 2018 · 00:00

Ciertamente México tuvo días de gloria antes de la Conquista. Lo mismo sucedió en otros países de Europa y de Asia antes de ser conquistados, más éstos no recurrieron al lloriqueo y la pesadumbre por lo perdido. Conservaron su identidad, adquirieron nuevas modalidades de vida de los conquistadores, y se enriquecieron mutuamente.

La Noche del Grito la majestuosa bandera tricolor ondeaba beligerante a pesar de la persistente llovizna en el Zócalo durante la celebración de la Independencia de México el 16 de Septiembre. Miles de mexicanos cantaron el Himno Nacional visiblemente emocionados, pequeños grupos aquí y allá con el amor de patria tatuado en el rostro. Pero hubo otros que, enardecidos, coreaban:

“La tierra es para quien la trabaja.” “El petróleo es nuestro.” “Peña Nieto va a mandar a México al pozo.” “La riqueza está mal distribuida.”

Y entonces el águila habló:
“Dices que la tierra es para quien la trabaja y, de todas formas, acabas emigrando al otro lado donde la tierra no es de quien la trabaja.

“Quieres que bajen los precios de la luz, el agua y la tierra y, sin embargo te encanta colgarte de la luz con tu ‘diablito’ para no pagarla, conectarte con la toma de agua del vecino, robarte el cable de televisión, asentarte en terrenos ajenos, dar mordida a la policía para no pagar la multa y… evadir impuestos.

“¿Crees que el petróleo es tuyo…? ¡Si la gasolina la traes del extranjero!

“¿Crees que el futuro de México está en manos de Peña Nieto? México no está en manos de ningún partido político; quienes mejor pueden sacarlo del atolladero son los ciudadanos normales pero con los pantalones y las faldas bien puestas para pelear por el sueño del Pueblo Mexicano.

“Dices que la riqueza no se distribuye bien; tienes razón, la riqueza no se distribuye, se gana con trabajo, constancia e inteligencia. ¿Qué no puedes? ¡Claro que puedes! Trabaja con entusiasmo, haz las cosas bien a la primera vez, deja de hacer las cosas a medias, pero sobre todo… ¡Estudia! ¡Lee! ¡Prepárate! ¡Quítate un buen rato de la tele y las heladas; las horas y la vida se van veloces para no volver!

“Estás rodeado de mares, abundantes yacimientos de metales, petróleo y gas, infinidad de recursos naturales, tienes buena tierra para cultivos mil. ¡Usa la imaginación y la astucia de tus ancestros españoles, y la creatividad y la alegría de vivir de la Raza de Bronce! ¡Aprovéchalas! ¡Investiga! ¡Ponte las pilas!

“Dicen que cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Sí, la gente es determinante: ciudadanos comprometidos, con orgullo de patria, hacen gobiernos responsables, honestos y eficientes. ¡Comienza contigo: ayuda al que tienes al lado en lugar de meterle el pie! ¡Fíjate en tus propios actos y en tus propias fallas antes que en los de los demás!

“Y ahora ya me voy volando… porque dicen que hay que dar el grito. Con todo respeto, El Águila de tu Bandera.”

Es difícil aprender a volar: aceptar un desequilibrio momentáneo, entrar en crisis tal vez, un rompimiento, profunda desolación y, después, como las águilas, dejar la obscuridad y seguridad del valle para buscar la luz y las alturas más cerca del sol. Descubrir que las crisis son dolorosas pero necesarias porque afirman y desarrollan el espíritu: de las borrascas no hay que esconderse sino aprender a desafiarlas.

Hay personas favorecidas por la naturaleza, por las circunstancias, las oportunidades, el esfuerzo y preparación personal, en cuyas manos descansa el destino de México. Y aunque han desarrollado suficiente talento para marcar el rumbo y el ritmo del país, y han nacido para ser águilas y liberar al pueblo de la ignorancia, pobreza e indignidad, desaprovechan su situación única, y optan por quedarse en el valle como aves de corral. Cacaraqueando. Con la serpiente amarrada al pescuezo.

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