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Cuando el jefazo es el problema

Por Jorge A. Meléndez
martes, 27 de febrero de 2018 · 00:00

Recién terminé de leer Fire and Fury, el libro sobre la administración Trump. Comprueba lo que ya sabíamos: el presidente naranja es un líder incierto, narciso, poco informado, engreído y vengativo.

“No hay realmente una estructura, sino un jefe y todos en la Casa Blanca están peleando por su atención. No hay una estrategia; todos responden a cualquier cosa que capture la atención del jefe”.

¡Ufff! Independientemente de las críticas que ha recibido Michel Wolff sobre su estilo, hay muuucho detalle en el libro para concluir que tener a Donaldo de jefe sería la peor pesadilla de cualquiera.

Bueno, pues con toda proporción guardada, a veces pasa algo parecido en los negocios. A veces los líderes hacen daño.

“Hay muchos cabrones en el trabajo. Por 10 años he estudiado sus efectos: miles me han pedido consejo sobre cómo lidiar con jefes bullys”, explica Bob Sutton en el McKinsey Quarterly.

El autor de “La regla de no más cabrones” y “Cómo sobrevivir a un hijo de la ching…” recomienda a cualquier líder poderoso examinarse en un espejo para asegurarse que no se haya convertido en un estorbo.

Este autoexamen debe considerar 7 factores que muchas veces propician que el jefe se vuelva un cabrito:

1.- Estar rodeado de muchos cabritos.
2.- Cuando tiene mucho poder. Sobre todo si la autoridad es reciente. Ojo con el síndrome de: ahora me toca a mí.

3.- Es muy competitivo y se siente amenazado por subordinados talentosos.

4.- Trabaja mucho más que los demás. Ah, y a cada rato les recuerda a todos que es un mártir.

5.- Duerme poco (relea “PenZZZar bien”).
6.- Tiene demasiado que hacer, en qué pensar y siempre está apurado.

7.- No puede ejercer autocontrol. Por ejemplo, si es adicto al Smartphone.

Lo que pasa es que cualquiera puede ser comportarse como un asno bajo ciertas circunstancias. Sobre todo el poderoso, que por cierto cae fácilmente en la ilusión de que es muy buena onda.

“Los humanos somos proclives a la negación y a ser ilusos respecto a nuestras fallas y sobre todo al impacto negativo de éstas”, explica el profesor de Stanford para luego dar una estadística brutal.

50% de los norteamericanos dicen haber sido víctima o visto algún bullying. Pero menos del 1% admite haber sido bully.

Se baja el cero y no contiende: ¿entonces dónde quedaron los cabritos? ¡Ja! Muchos ni siquiera están conscientes de que lo son.

Son víctimas de lo que en la ciencia se conoce como “realismo ingenuo”. Creer que uno es objetivo siempre y los demás son los que están mal. Relea la columna “¿Yo? Razonable. ¿Tú? Un idiota”.

¿Qué hacer? Sutton propone una receta de 5 partes a la que cualquier jefe debería de poner atención:

a)- Cuidado con el contagio. Si su organización está llena de cabritos, es mucho más probable que usted lo sea. Realice un diagnóstico honesto de su cultura.

b)- Revise cómo utiliza su influencia. Sobre todo si acumuló poder recientemente. Quizá su empatía haya sufrido. Tip práctico: dé crédito o hágale favores a gente menos poderosa.

c)- Entienda riesgos de la sobre carga y la adicción tecnológica. Son dos factores que facilitan volverse un hijo de la ch. Sutton advierte de causas de sobrecarga: demasiadas juntas y el multitasking constante (celulares, emails, WhatsApp, etc.).

d)- ¿Actúo como un cabrito? Usted sabe cuándo lo hizo. Pida perdón, pero de forma adecuada: aceptando su culpa, explicando las causas y prometiendo mejora. Ah, y olvide la palabra “pero” al disculparse. Invalida lo que dice.

e)- Viaje mentalmente en el tiempo. Decida lo que quiere hacer hoy pensando en cómo quiere ser en x tiempo.

Cierro con una dos preguntas finales: ¿qué tan seguido le dan retroalimentación sus subordinados? ¿Con qué frecuencia le ofrecen puntos de vista distintos al suyo? ¿Poco? Algo está mal.

En el mundo disruptivo, todos (hasta los jefes) se equivocan. Y las buenas ideas vienen de todos lados. Pero si el superior es un cabrito, quizá ese debate constructivo se trunque. Algo muuuy peligroso.

Siempre será mejor verse en el espejo que esperar a que la realidad toque a la puerta, ¿no cree?

En pocas palabras.

“La verdad es hija del Tiempo, no de la Autoridad”

Francis Bacon, político y escritor inglés

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Twitter: @jorgemelendez
 

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