MITOS

La geografía de la esperanza

Por Carlos Lazcano carloslascano@hotmail.com
lunes, 5 de febrero de 2018 · 00:00

Hasta 1973, año en que fue completada la carretera Transpeninsular, a la península de Baja California llegó a conocérsele como la “Geografía de la Esperanza” ya que se consideraba que era una de las regiones naturales más ricas y mejor conservadas del mundo.

Han pasado 44 años desde entonces y el deterioro ambiental de la península ha sido notable: muchas especies se encuentran al borde de la extinción, otras ya se acabaron, la vida marina está colapsada y muchas regiones costeras contaminadas e impactadas, la presión depredadora es constante y en aumento. Se ha estado dando un manejo muy irresponsable de los recursos naturales de Baja California.

Aunado a eso existe una actitud muy generalizada de los bajacalifornianos de importarles muy poco lo que le suceda a nuestras áreas naturales. Al parecer se tiene muy poca conciencia de lo que dichas áreas representan, de los beneficios que nos aportan y de los riesgos que enfrentamos al estarlas agrediendo sistemáticamente. Los efectos del cambio climático no parecen hacer la menor mella en el ánimo de muchos bajacalifornianos.

Muchas personas justifican los proyectos depredadores por la derrama económica que supuestamente dejan. Por la misma razón de la supuesta derrama económica quieren justificar el que se violen leyes y reglamentos, algunas elementales para el buen funcionamiento de la sociedad.

Un buen ejemplo de esto lo tenemos en la realización de las carreras fuera de camino, especialmente la Baja 1000 y la Baja 500. No existe ningún estudio que avale la supuesta derrama económica, ni del costo beneficio para el municipio. Lo que sí se sabe que son unos cuántos, empezando por el dueño de la carrera, que sí se benefician en grande a costa de los ambientes naturales de nuestro Estado, de la seguridad de la gente y del buen funcionamiento de la ciudad de Ensenada.

Hay otras personas que justifican estas carreras simplemente porque piensan que es a una mayoría de ensenadenses que les gustan. Como si los impactos ambientales fueran cuestión de democracia.

Lo cierto es que en nuestro municipio cada día atentamos más contra nuestras regiones naturales, esas que nos sustentan, que nos dan vida, que permiten que tengamos cierta calidad de vida. Hoy ya no sólo es la baja mil y la quinientos, son una cincuentena de carreras que están afectando gravemente a nuestras áreas naturales. Cada una de estas carreras va alejando a la gente de esa naturaleza que nos conforma y le sigue apostando a la ignorancia, a la inconsciencia, al desconocimiento de nuestros tesoros naturales.

Al apoyar esas carreras también se le apuesta a una sociedad disfuncional en donde autoridades y leyes se venden al mejor postor, sin importar los costos sociales, culturales y ambientales.

Como ya lo he mencionado, en Ensenada, lejos de sentirnos orgullosos de nuestras áreas naturales, para muchos son un estorbo, como parece también estorbarles el conocimiento de nuestra historia, raíces y tradiciones. Todo en aras de una supuesta derrama económica.

Qué contraste ante títulos como el “Geografía de la Esperanza” otorgado por grandes naturalistas de otros países que aman Baja California y sus maravillosas áreas naturales, al de “capital mundial del off road” auto-otorgado por unas autoridades complacientes e inconscientes que tienen detrás a unos mercaderes que tienen el vicio del dinero (el peor de todos los vicios) y que por conseguirlo son capaces de vender hasta a su madre.
 

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