LA COMEDIA POLÍTICA

¿Corral o Corralito?

Por Dan T.
miércoles, 7 de febrero de 2018 · 00:00
Agencia Reforma/Ciudad de México

Entra una señora a consulta con el dentista, se acomoda en el sillón del sufrimiento y cuando el médico se acerca a ella con el taladro en mano, le dice:

-Disculpe, señora, ¿ya se dio cuenta que me está agarrando de los testículos?

-Verdad que no nos vamos a hacer daño, doctor.
Este cuento del dentista viene al caso porque hace mucho tiempo dejé de creer en los súper héroes, así que no me creo la historia de que Javier Corral doblegó él solito al gobierno federal con la espada de la “dignidad de Chihuahua”. El fin de semana, el gobierno del panista y el gobierno federal llegaron a un acuerdo en el que los dos probablemente salieron ganando, pero quien de todos modos salió perdiendo fue la sociedad.

Y es que Corral obtuvo que le pagaran los 900 millones que supuestamente le hizo perdedizos la Secretaría de Hacienda. Por su parte, el gobierno federal consiguió que el priista Alejandro Gutiérrez fuera trasladado a un penal federal. Es decir, el hombre que supuestamente organizó el desvío de 250 millones de pesos a las campañas del PRI, ya está bajo llave en una cárcel que controlan los priistas y ya no los panistas. ¿Todo esto qué significa? No hay que ser un genio para entender que el gobierno de Enrique Peña Nieto está comprando el silencio de Gutiérrez y que Corral gustosamente se bajó los pantalones a cambio de los 900 millones (no te hagas: tú habrías hecho lo mismo). El asunto está en que todos ellos quedan contentos, pero lo más probable es que el desvío de esos 250 millones, nunca será castigado, con lo que la impunidad queda garantizada. Como quien dice, Corral resultó Corralito.

EL RATÓN VALIENTE
Estaban tres ratones en un bar tomándose unas cervezas. Y así como sucede con los hombres, también pasa con los roedores: después de la tercera chela, ya se sienten los reyes del mundo. Los ratones comenzaron a alardear de que cada uno era más valiente que los otros dos.

-Pos yo les digo algo: a mí no hay ratonera que me detenga.

-¿Por qué? -preguntaron sus cuates.
-Porque yo agarro el queso a toda velocidad con una mano y cuando el fierro me va a atrapar, lo detengo con la otra mano y lo hago pedazos.

-¡Oooh! -dijeron los otros.
-¡Uy! Eso no es nada. A mí los raticidas me hacen los mandados.

-¿En serio?
-Sí, claro. Con decirles que uso el veneno para curarme las crudas.

En este momento se pone de pie el tercer ratoncito y comienza a despedirse.

-¿Y tú por qué te vas? -le pregunta uno de sus amigos.

-¿A poco te espanta nuestra valentía? -inquirió el otro.

-No, no, para nada -respondió el ratoncito- Lo que pasa es que ya son las 11 y me tengo que ir a golpear al gato. Como todas las noches.

Los candidatos presidenciales son como estos ratoncitos: presumen que son súper hombres, pero nomás no pueden demostrarlo. López Obrador afirma que, nomás con llegar a la Presidencia, así como por arte de magia, se va a acabar la corrupción, ya no habrá licitaciones amañadas y los ríos se van a limpiar. No, pos sí.

Por su parte, Ricardo Anaya dice que en cuanto asuma la Presidencia, comenzará a repartir dinero a todo el mundo, como si le salieran billetes por la cola cada vez que va al baño.

Y con José Antonio Meade la cosa es no es muy distinta, puyes él también afirma que cambiará a México sólo con el poder de su firma. El problema es que es más fácil que un árbitro le marque un penalti al América a que Meade sea presidente de la República.

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