PROYECTOVINO

“Destino”

Por Araceli Velázquez Córdoba
jueves, 8 de febrero de 2018 · 00:00
Como algunos de ustedes saben, me dedico a hacer Enoturismo (turismo alrededor del vino) obviamente, lo hago por las zonas vinícolas de nuestro gran país. En estos casi 5 años de adentrarme en el camino de esta bellísima industria, me doy cuenta de lo increíble que ha sido. He conocido lugares maravillosos, comido cosas exquisitas y también degustado los mejores vinos de México con la compañía de sus propios creadores que han enriquecido los aromas y sabores de cada vino, al contarme cada una de sus historias.

Lo he platicado mucho, y es que me asombro de que el destino me siga sorprendiendo al ponerme en el camino a este tipo de personalidades, de conocer tantito de sus vidas, de sus gustos, de sus placeres y en ocasiones hasta compartirlos. Digo que me sorprendo porque casi siempre la vida es la que me va poniendo en al camino adecuado, ¿les ha pasado?, Yo creo que son como señales, puertas que te van indicando que todo va bien. Así fue también el cómo llegué a tener la oportunidad de escribir semana con semana esta columna, la cual me encanta compartir con ustedes. Hace un par de meses se puso en contacto conmigo Francisco Rubio, no tengo el placer de conocerlo en persona, sin embargo me ha hecho uno de los mejores detalles que me ha dado este lindo camino del vino de México, un día de la semana pasada llegué a mi casa cansadísima y de pronto veo 2 botellas de vino preciosas, un rosado mezcla de uvas Montepulciano, Sangiovese y Barbera y un monovarietal de uva Tempranillo, las etiquetas hermosas y tenían el sello de la Bodega F. Rubio. No saben lo que sentí, literalmente un pedacito del Valle de Guadalupe llegó hasta mi casa en la Ciudad de México. Una sonrisa enorme me apareció y solo pensaba en que momento podría ser una buena ocasión para probarlos.

No me tardé mucho, el pasado domingo de Súper Bowl, comí con mi familia y amigos y qué mejor ocasión que abrir y compartir el vino con todos. El color de Herencia Rosado, se ve muy poco, un rosado por completo brillante y antojable. Inmediatamente que abrí la botella sus aromas frutales me envolvieron, me sorprendió que incluso mi hermano que no toma vino, quiso degustarlo.

Este vino es perfecto para quienes les gustan los vinos afrutados frescos, está perfectamente bien equilibrado y logra envolver tus sentidos desde el primer sorbo. Sí, me encantó. Es un poco difícil el lograr una perfecta armonía en las botellas de vino, a mí como diseñadora se me llenan los ojos primero, se ha vuelto un tipo hobbie, el ver y ver etiquetas de vino y muchas veces he escogido un vino sólo por su apariencia por fuera. El trabajo que han hecho en Bodegas F. Rubio de lograr esto es impecable, lo van a confirmar una vez que vean la etiqueta, lo descorchen y lo prueben, verán que no estoy mintiendo es un vino extraordinario, con una personalidad muy peculiar y único.

Como ven el destino me ha hecho vivir momentos que me llenan de sorpresas muy agradables, como ésta que les platico hoy. Ya pronto les contaré la historia y qué me pareció el Tempranillo en cuanto tenga la oportunidad de probarlo.

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