CRÍTICA DE LA RAZÓN CÍNICA

Retorno a Ítaca

Por Rael Salvador
viernes, 9 de febrero de 2018 · 00:00

De regreso a Ítaca -donde retorna Ulises (y todo aventurero)-, viaje que el poeta griego Constantino Cavafis recomienda sea largo, pleno de aventuras y lleno de conocimientos: “No temas a los Lestrigones, ni a los Cíclopes ni al colérico Poseidón, tales seres nunca hallarás en tu camino, si tu pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo”, insistirá más de una vez.

Esta bella metáfora sobre el regreso y la fidelidad, el reencuentro y el pasado, aplica a las circunstancias de enfrentar retos que nunca deberíamos afrontar solos: en situaciones de cambio, para avanzar se necesita hasta de los contrarios.

Pero tampoco es el caso, por lo menos a lo que corresponde al reconocimiento de amistades gratificantes -compañeros de clase, maestros, ejemplos a seguir- que he cultivado, disfrutado y admirado a lo largo de todos estos años y que, a partir de su espíritu gentil y trabajo físico, son quienes conforman, impulsan y mantienen esta casa editorial.

En el mejor de los casos, el regreso se ha dado.
Resueltos los conflictos de interés -ideológicos, sobre todo: un caso banal, transformado en afrenta subversiva-, observando que el periodismo no pertenece a un territorio ni es exclusivo de un color o una manía, sino que se debe a todos los ciudadanos -a su interés, inteligencia y preocupación-, tal como reza el frontispicio, enaltecido con el lema: “Periodismo con la gente”.

Hay mucho por hacer. El periodismo también se lee dentro de un clima y una posibilidad. Si el estado del tiempo no es favorable, el tipo de cambio que deseamos es más una construcción que un cortejo de frases hechas y lugares comunes: para vivir mejor, hay que ser mejores.

Al estar de vuelta de todo, o casi todo, después de haber conocido y saboreado el fracaso y el éxito, veleidades de lo humano que sólo duran una noche y un día, puedo manifestar que el compromiso del escritor -sin complicidad pactada- no se encuentra hecho para eclipsar la verdad, porque escribir es ayudar a hablar tanto a los vivos como a los muerto: a los que poco dicen y debemos oír, a los que todo lo han dicho y poco escuchamos, en contraposición de aquellos que sólo lo hacen para agredir o agradar.

Un medio informativo no puede reducir su grandeza a un simple empeño político, mucho menos al capricho y abuso de un grupo que se beneficia del tráfico de poder (sobre todo, gubernamental) con la obsesión de someter a sus contrincantes a cualquier precio, porque es hora de entender que la libertad ideológica -cualquiera que esta sea- no se encuentra sujeta a los términos capitalistas de oferta y demanda, sino a los conceptos democráticos de dignidad y esperanza.

Dicho lo anterior, refrendo que la obligada desavenencia me ha ofrecido el más maravilloso de los viajes, sin ella nunca hubiera emprendido el camino y el retorno, jamás me habría detenido en otros medios, adquirido finas mercancías: manuales y tratados, libros y revistas, plumas y tintas sensuales de toda clase, cuadernos que pueblo de apuntes, enunciaciones, versos y aforismos, investigaciones, destellos de una mente hecha para el periodismo y la literatura, tal como en el emblemático poema de Cavafis se recrean las vagancias de Homero.

raelart@hotmail.com

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