ANDANZAS ANTROPOLÓGICAS

El aporte de Willard Libby a la arqueología

Por Arqlga. Gengis J. Ovilla Rayo*
jueves, 1 de marzo de 2018 · 00:00

Es posible que usted se haya preguntado en algún momento ¿cómo hacen los arqueólogos para determinar la antigüedad de las sociedades que no dejaron registros escritos de su historia?

En la práctica arqueológica utilizamos frecuentemente dos métodos para ubicar temporalmente los contextos y restos materiales de las culturas pretéritas. El primero es por datación relativa, en el que es primordial determinar la posición que ocupan las capas culturales en una excavación arqueológica. En esta seriación de capas, en condiciones normales de formación, el estrato más profundo es más antiguo que aquel que se encuentra más próximo a la superficie. El siguiente paso es clasificar los materiales de cada capa para identificar artefactos morfológicamente similares a los de otras colecciones que hayan sido fechadas mediante técnicas más precisas para así determinar una temporalidad relativa a nuestros contextos, es decir a partir de tipología comparada.

El segundo método de datación es el que incluye procesos de análisis físico-químicos con los que se mide la cantidad de radiocarbono (carbono 14) presente en muestras de origen orgánico recuperadas en los yacimientos arqueológicos, estas muestras suelen ser restos de carbón, madera, semillas, piel, concha o hueso. El carbono 14 es un isótopo radioactivo inestable que se encuentra en la atmósfera, al oxidarse se transforma en dióxido de carbono que absorben las plantas y que se transmiten a otros organismos cuando éstas son consumidas. Este intercambio constante de carbono entre la atmósfera y los seres vivos se ve interrumpida cuando éstos mueren y es cuando comienza a desintegrarse en fracciones constantes, es así que en los laboratorios especializados miden la cantidad de carbono 14 que se conservó de la muestra al paso del tiempo y por medio de ecuaciones y curvas de calibración se indica la antigüedad en años del espécimen analizado. Por ejemplo, si recuperamos un fragmento de hueso humano en un contexto funerario y lo enviamos a datar este nos indicará la fecha de radiocarbono en que el individuo falleció y por consiguiente sabremos la temporalidad en que el evento funerario se llevó a cabo.

Gracias a las técnicas de datación absoluta efectuadas en los últimos 15 años en Baja California varios equipos de arqueólogos nacionales y extranjeros hemos podido documentar las épocas en que los grupos de cazadores recolectores pescadores habitaron determinadas áreas y sitios del estado, por ejemplo las fechas -hasta el momento- más antiguas de actividad humana se tienen registradas en Isla Cedros con 12 mil años de antigüedad y en dos abrigos rocosos, uno ubicado en el desierto central (Abrigo Paredón en Laguna Chapala) y el otro en la costa norte del Océano Pacífico (Abrigo los Escorpiones), donde se registraron ocupaciones humanas de hace 9 mil años, le siguen en orden cronológico más de una decena de campamentos costeros investigados en Bajamar-Jatay y Costa Azul-La Jovita con distintos periodos de ocupación que van desde hace 5,600 años hasta 300 años antes del presente.

Sin duda el descubrimiento en 1940 del método de datación por radiocarbono por el químico y catedrático estadounidense Willard Libby significó un enorme avance en la disciplina arqueológica pues abrió la posibilidad de ubicar con precisión la época de los contextos, elementos y artefactos encontrados en las excavaciones permitiendo así establecer cronologías más detalladas de las culturas antiguas y que hasta ese momento sólo se efectuaba por dataciones relativas.

* Inv Cinah-BC

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