CRÍTICA DE LA RAZÓN CÍNICA

Viaje al fin del padre

Por Rael Salvador
viernes, 30 de marzo de 2018 · 00:00

El autor francés Michel Onfray (Francia, 1959), doctorado en filosofía a la edad de 27 años, es conocido por sus agudas y atinadas críticas que desarticulan los mentidos oficiales en las sociedades accidentadas.

A partir de observaciones acuciosas, no deja de señalar las operaciones pervertidas de la cultura y la academia -anteponiendo materialmente una escuela de su pensamiento (Universidad Popular de Caen)- para dinamitar los escombros de las viejas instituciones que, en su candidez futurológica, sueñan contemplar la cúspide del apocalipsis instructivo que han incubado.

En su mundo de voluntad, los virajes pasan de lo ontológico a lo territorial, de lo vernáculo al hedonismo cósmico, del vientre de los filósofos a la acidez religiosa. Así, en la justificación presente, indagando la correspondencia, el hijo hace una pregunta fundamental al padre: “¿Cuál es el viaje de tus sueños?”.

En “Estética del Polo Norte” (Gallo Nero Ediciones, 2015), el autor realiza un recorrido que nos lleva de su complacencia familiar a la gélida experiencia de la demarcación, logrando un cálido fundamento de vida que, hoguera a los cuatro vientos, hace de la nieve de estas páginas un legado de agradecimiento.

En la prosa de Onfray se advierte una estilizada brizna literaria que, a partir de repasar los mitos fundacionales de los inuit y al convivir con pobladores que aún conservan sus rituales, ofrece cierta esperanza reflexiva en el agreste seno de la naturaleza ártica.

El padre, quien nunca ha salido del pueblo normando de Chambois, recibe como regalo de su 80 cumpleaños un viaje a Tierra de Baffin, más allá del círculo polar -extremo nororiental de Canadá-, dando inicio a una aventura de nomadismo que se sostiene en lo íntimo, lo crítico y lo vital. La convivencia en el archipiélago de los inuit -comedores de carne cruda, refrendando la etimología de “esquimal”- es un aleccionamiento de recuperación y fortaleza, así como de nihilismo y decadencia.

Todo viaje que persigue lo abisal en el hombre es redondo: entre más se sumerge en los orígenes menos se aceptan las distancias. De igual forma, ante el dominio, la influencia y el control del Estado canadiense, el presente de los inuit desgata los adjetivos de la modernidad: homicidios, crímenes sexuales, alcoholismo, drogas, sórdidas costumbres, suicidios, encarcelamientos, fallos de los tribunales, noticias trágicas y siniestras.

La paz blanca, visualizada a partir de la Estrella Polar, en la descendente oscuridad de los tiempos.

Más adelante, en “Cosmos. Una ontología materialista” (Paidós, 2016) se documentará la tragedia aceptada, en la que el progenitor de Onfray, después de la cena y paseando por el parque, cae bajo la roja Luna del infarto: “Mi padre murió en mis brazos -comenta el autor de “Pensar el Islam”-, veinte minutos después de que comenzara la noche de Adviento, de pie, como un roble alcanzado por un rayo, que, golpeado por el destino, hubiera tolerado caer por fin, pero sin dejar de rehusarse”.

Los libros de Michel Onfray reguardan siempre el gusto por lo anecdótico apasionado y la complicidad activa, involucrando al lector en los sucesos, y “Estética de del Polo Norte” no es la excepción.

raelart@hotmail.com

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