LA BUFADORA

BUFADORA

Por El Mosquito
lunes, 5 de marzo de 2018 · 00:00

Este lunes estará en la ciudad de Tijuana, Andrés Manuel López Obrador, candidato del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) a la presidencia de la república y seguramente será la última oportunidad que tendrán los militantes morenistas de expresar su supuesto rechazo a la postulación del dirigente estatal del Partido del Trabajo (PT), Armando Reyes Ledesma, a la diputación federal por el 03 Distrito con cabecera en Ensenada, toda vez que Morena estableció una coalición con el PT y el partido Encuentro Social.

Hasta el momento las inconformidades contra Reyes Ledesma al interior de Morena en este municipio se limitan a comentarios fuera de grabadora, porque no existe ni siquiera un documento con nombres y firmas que exprese ese sentir.

¿Por qué no se atreven a manifestar su malestar a través de los canales internos de su partido?, ¿a quién le tienen miedo?, ¿acaso no los deja protestar el pequeño priista que llevan adentro?, ¿también en Morena el disidente es congelado?

Si no tienen el valor de decirlo de manera frontal y abierta, entonces no se vale que después se pongan a llorar.

Ciertamente se observa casi imposible que Morena, o mejor dicho López Obrador, deje de respaldar a Armando Reyes, porque en sus listas de candidatos abundan personajes controvertidos o polémicos, por decir lo menos.

Manipulan redes
En su intento por ganar elecciones desde internet y desacreditar a sus oponentes, partidos políticos y candidatos manipulan las redes sociales, advierten especialistas.

Mediante la contratación de ejércitos de bots y equipos de empleados reales que generan miles de followers, hashtags, trending topics y likes, los aspirantes hacen uso de redes como Twitter, Facebook y Youtube para crear o interrumpir conversaciones según su conveniencia.

Sin las restricciones que tienen los medios tradicionales para las campañas, los partidos utilizan estas estrategias digitales no sólo para posicionarse y tratar de ganar votos, sino para atacar a sus rivales.

Los candidatos difunden por estos medios descalificaciones, ataques personales o noticias falsas contra sus oponentes, para lo cual gastan millones de pesos sin una fiscalización clara.

De acuerdo con el politólogo José Merino, desde hace varios años en México las redes sociales se hallan secuestradas por los partidos y el gobierno, que las utilizan para crear o interrumpir conversaciones según su conveniencia.

Pero opinó que no será ahí donde se defina el resultado de la próxima contienda electoral.

Presidencialismo de coalición
Estamos obligados a pensar desde ahora en los días posteriores al primero de julio de 2018, sostiene Eduardo de Jesús Castellanos Hernández, profesor e investigador nacional nivel I.

“(…) El escenario político institucional que advierto como el más previsible es, ineludiblemente, el presidencialismo de coalición. Mi duda es si se tratará de un presidencialismo de coalición autoritario o atenuado u otro, dependiendo de la tipología del presidencialismo latinoamericano que se adopte, de los resultados electorales y de la cultura política de la coalición electoral triunfante.

Formalmente, en todo caso, se trataría de un presidencialismo parlamentarizado -según Dieter Nohlen, no según Jorge Carpizo, quien lo llamaría con matices parlamentarios-. Pero Carpizo nos enseñó, en un artículo publicado postmortem, a distinguir entre la norma constitucional, la realidad constitucional y la interacción entre la norma y la realidad constitucional, precisamente cuando se habla de presidencialismo.

El Pacto por México es la más importante concertación política después de la formación del Partido Nacional Revolucionario en 1929 (hoy PRI), pues su contenido y trascendencia resulta mucho más amplio que todos los demás acuerdos y reformas políticas de la transición mexicana a la democracia juntos. De ahí surge la reforma constitucional que permitirá al presidente/a optar por un gobierno de coalición, del que los artículos constitucionales reformados en 2014 dicen muy poco.

De las tres fuerzas políticas coaligadas, sólo electoralmente hasta el momento, previsiblemente, la que gane formará un gobierno de coalición. Con mayor razón si gana un candidato/a independiente. Reitero, con un presidencialismo de coalición reforzado o racionalizado, atenuado o parlamentarizado, desde luego nunca puro o equilibrado pero tampoco débil pues necesariamente deberá ser dominante. Dejo la duda si podemos trasladar de manera automática la tipología del presidencialismo al presidencialismo de coalición; lo más seguro es que nos esperan sorpresas cuando éste se materialice.

Ahora mismo se discute en comisiones del Congreso el dictamen de una ley de gobiernos de coalición, por lo que concluyo señalando la necesidad de adoptar, no sólo en la ley sino también en la Constitución, las figuras y modalidades que proponen Daniel Barceló y Diego Valadés en su estudio sobre el sistema presidencial mexicano que contiene un anteproyecto de ley de gobierno de coalición.

Pero de no adoptarse, en la forma y en la cultura política, las modalidades expuestas de un presidencialismo de coalición, constitucional o legal, tendríamos sólo un presidente con una nueva variedad de facultades metaconstitucionales, gracias a la reforma constitucional de 2014 que estableció, sin regular, los gobiernos de coalición”.
 

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