BAÚL DE MANÍAS

Recuérdame… o no

Por Ma. Cristina Álvarez-Astorga
martes, 6 de marzo de 2018 · 00:00

Vamos entendiéndonos: El vocablo “imperativo” puede referirse a más de una cosa, pero en este momento a mí nomás me interesa que es uno de los modos gramaticales (además del indicativo y el subjuntivo). En mis ya lejanas mocedades, por ejemplo “recuérdame” era el imperativo con el que terminaban los anuncios del gansito marinela, rico pastelito que tal y tal. Una amiga mía decía que las ventas del rico pastelito han de haber estado de capa caída y que por eso tuvieron que acudir al chantaje del gansito bebé diciendo “recuérdame”, más que como una orden, como una súplica. http://bit.ly/2H8cdfW.

Por cierto, “Recuérdame” se llama la premiada canción que el domingo nos cantó Gael García. Mire usted. Con franqueza le digo que yo quisiera no haberla oído porque la neta le salió muy gacha. Venturosamente, no la recuerdo. Ni la tonada, ni la letra. A fe mía que me habría gustado que eso me pasara con un titipuchal de canciones que tuve que escuchar (sin querer y como música de fondo) cuando laboraba en cierta estación de radio. Por ejemplo, ahí tiene usted “La del moño colorado” (¿me trae bien atarantado?, ¿me trae todo el día mareado?... da igual, si lo más pegajoso era la trinche musiquilla).

Y es que digo, no hay derecho, joven. La del moño colorado se pega como chicle, chinche, sanguijuela, garrapata, a la primera, pero cuando una intenta de aprenderse, por ejemplo, una misa breve de Mozart, una facilita, digamos la de los Gorriones (K. 220), que es una de sus misas más facilonas, nomás no hay manera. Bueno, tanto como “nomás no hay manera”, es mucho decir. A la larga, la hay. Se lo digo porque ya lo hice. Quince veces después de machetear el Kyrie ya estoy más puesta que un calcetín bien puesto para aprenderme el Gloria… Y ya no le digo más, porque usted ha de saber muy bien el resto de las partes de una misa católica, supongo.

También es justo reconocer que, a veces se le pegan a una (y donde digo “una”, me refiero a mí) rolas de lo más chéveres, a la primera. Incluso algunas del buen Mozart. “Voi que sapete”, por ejemplo, que es una aria de la ópera “Las Bodas de Fígaro”. Ahí la tiene usted, con la mezzosoprano italiana Cecilia Bartoli, una de mis intérpretes favoritas del mundo mundial. http://bit.ly/1qGrdpL.

Escúchela. Disfrútela… Y, si no se le pega a la primera, tch, tch, pues preocúpese… O ponga la del moño colorado.

Jajaja. Ay Corchea, te pasas.

Bueno, abur, pues.

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