DESDE LA BANQUETA

¿Me estás oyendo? “Perdón, pero no te escucho”… “¡Pues escúchame!”

Por Sergio Garín
jueves, 8 de marzo de 2018 · 00:00
Todos hemos tenido la experiencia y algunos hemos planteado la queja: nuestros lectores con opiniones opuestas ni siquiera nos leen, o leen otra cosa o destacan un ejemplo que era nada más ejemplo y no argumento. En cambio, es raro que quien comparta nuestra opinión aplique mal un ejemplo o lea lo que no está escrito.

Sí digo que alguna vez estuvimos contra toda censura y que los jóvenes de ayer (y hoy no tanto) del 132, en su momento la exigieron para que no pasara por televisión el futbol ni las tara-novelas: pedantería, petulancia, egolatría: todo junto en quienes se arrogan el derecho de decirnos que ver y que no ver. Eso digo. Pero esta afirmación ha tenido decenas de interpretaciones, como si no estuviera escrita y pasara de boca en boca, que es como se da el fenómeno llamado teléfono descompuesto

Un reciente estudio realizado por un equipo de la Ohio State University, sostiene: “Tu cuerpo no miente: la gente ignora los anuncios políticos de candidatos a los que se opone”. Descubrió el equipo de Ohio otra forma “por la que le gente evita la información política que desafíe sus creencias”.

Los resultados mostraron que los militantes de un partido reaccionaban con fuerza a los anuncios donde apareciera su candidato, pero muy poco a los del candidato opositor

“Esto sugiere que los militantes no estaban en realidad poniendo atención a los anuncios del candidato a quien se oponían aun cuando los estuvieran mirando”, dice Zheng Wang, autora principal del estudio. La respuesta es, básicamente, sencilla: se desintonizan.

Este trabajo, en particular, sugiere que, aun cuando la conducta sea de atención y nos exponga a los argumentos contrarios, nuestra atención sigue siendo altamente selectiva.

“No me estás escuchando, ¿verdad?”, hemos reclamado en ocasiones. “Claro que sí...”, rebate el acusado. “Me oyes, pero no me escuchas... Se oye la lluvia caer, el rumor del tránsito, se escucha un quinteto de Mozart”. En México se ha puesto de moda el empleo de escuchar como sinónimo de oír, pero más elegante. No son lo mismo. Si no me oyes es culpa del ruido o de Telmex, si no me escuchas es tu culpa: “Perdón, pero no te escucho...” “¡Pues escúchame!”

Las medidas fisiológicas revelaron los niveles de atención a los diversos anuncios, y cómo reaccionaban si el contenido del mensaje era positivo o negativo, más emotivo o menos. Por ejemplo: un ritmo cardíaco más lento sugiere que la persona está admitiendo la información y poniendo más atención al anuncio; mientras que un ritmo cardíaco más rápido sugiere que la persona no está enfocando su atención al anuncio. “También los músculos del rostro indican el nivel de esfuerzo que la persona hace para poner atención”. Es algo fácil de observar: las cejas se acercan y se forman pliegues que continúan hacia la frente las líneas de la nariz. También es fácil imitarlo. Pero no la conductividad eléctrica de la piel aumentada por la humedad de la sudoración.

Al integrar los mensajes entrantes en un modelo de retroalimentación, los investigadores encontraron que si coincidían con las opiniones del sujeto experimental, la retroalimentación intensificaba las respuestas, mientras que a los oponentes no había respuesta. Por supuesto, los resultados sugieren, también, que no es sencillo predecir cuánto influirán anuncios en categorías simples, tales como positivo contra negativo. “El mensaje es sólo parte de la historia porque se combina con la forma de procesar el anuncio”.

Nota de la Ohio State University por Jeff Grabmeier.

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