LA OTRA HISTORIA

A llorar por los mismos dolores

Por Lucía Garayzar Rodríguez*
miércoles, 13 de junio de 2018 · 00:00

Lorenzo de Medicis conocido como “El Magnífico”, necesitaba un cambio urgente en su política de gobierno, para ello era imprescindible seguir al pie de la letra cada uno de los capítulos del tratado de política escrito por Maquiavelo en 1513: “El Príncipe”.

Los cambios propuestos en esta estratégica obra, se fundamentaron en la observación de contextos reales que mostraban perfectamente el ambiente social que predominaba en aquel tiempo. La moral y los valores de aquel entonces no se ajustaban a la inestabilidad de la Europa renacentista. El cambio era inminente.

Cada capítulo de los 26 que contiene, explica claramente cómo actuar y lo que debe hacerse para unificar y salvar a un principado de la crisis. Este extraordinario manual, constituye una importante contribución al pensamiento actual de la política. Deja al descubierto las verdaderas prácticas del poder, muestra a detalle la manera en la que el gobernante debe enfrentar todas las situaciones conforme se le van presentando y establece que el principal fin de la práctica política es conservar exitosamente el poder.

Amable lector: en serio que Maquiavelo era verdaderamente un genio. Se anticipó en el tiempo y además heredó a la clase política del mundo entero la estrategia perfecta para acabar con muchos de los problemas que todos los gobernantes a través de los siglos han padecido.

Hoy, nuevamente a nuestro país le urge un cambio. Cada tres o seis años, lejos de lograr un mejor nivel de vida, retrocedemos. Somos expertos para quejarnos y volcarnos en contra del gobierno que elegimos. Porque han de saber que quienes no votan, también eligen a los gobernantes que tanto critican. Gracias a los votos no emitidos, es que tenemos pésimos gobiernos, representantes ignorantes y corruptos, que de tratados de moral y valores nada saben.

Lo triste y vergonzoso es darse cuenta, como esta patria tuya y mía sufre de una ignorancia sin límite. Vivimos en un país donde nomás no se nos da eso de elegir bien a nuestros gobernantes, bueno, ni siquiera a los candidatos; aplaudimos escenarios en donde en lugar de debatir con pulcritud, aquello se convierte simplemente en un pleito de lavadero. Se postulan candidatos que dudo mucho sepan escribir, porque hablar no saben y eso, se les nota en cuanto articulan sus primeras palabras, curiosamente las pronuncian con faltas de ortografía.

Hacemos berrinches, nos quejamos, se organizan manifestaciones, paros laborales, etc. etc. y justo cuando vuelven las campañas electorales para lo que usted guste y mande, otra vez como dijo José Alfredo: “nada nos han enseñado los años, siempre caemos en los mismos errores, otra vez a brindar con extraños y a llorar por los mismos dolores”.

* La autora es profesora

lucygarayzar@hotmail.com
 

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