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Andrés: Símbolos vs. hechos

Por Jorge A. Meléndez
martes, 14 de agosto de 2018 · 00:00

Agencia Reforma/Ciudad de México

“Este hombre es experto en símbolos y se concentrará en manejarlos. Los símbolos son más importantes que los hechos, lo que cuenta es el valor percibido”.

Palabras de Horacio Marchand sobre lo que hará Andrés Manuel en el corto plazo. Una de sus respuestas en un interesante panel de discusión sobre las elecciones (véalo en nuestros sitios).

Tiene razón, y de hecho empezó luego luego. El martes 3 de julio tenía una cita con Peña en Palacio Nacional a las 11:00 am. Pero AMLO se fue a las 8 para evitar el tráfico. Como llegó antes, se fue a desayunar.

Un símbolo: yo sí me levanto temprano. Él no. Y es cierto, se dice que Peña no tiene eventos antes de las 11 porque le gusta desvelarse. AMLO marca diferencias.

Por eso quiere vender el avión, no vivirá en los Pinos, se mueve en un Jetta y no usará el Estado Mayor Presidencial.

No es el tamaño del gasto, es lo que representa. En una organización o en un país los símbolos pesan, y pesan mucho.

“Las personas no viven sólo de estadísticas y reportes. Viven, razonan y se mueven por símbolos. Por lo que el antropólogo Gregory Bateson llamaba ‘pedacitos de entendimiento’”, explica Tom Peters.

El gurú de management señala que liderar implica energizar a personas para realizar cosas que no creían importantes. Por eso los grandes visionarios son maestros en manejar símbolos.

Y es que sin ellos no se crea esa chispa, esa energía de cambio tan necesaria en el mundo ultracompetitivo.

“Un líder tiene que hacer que otros compartan su sentido de urgencia, que adopten nuevas prioridades. Tiene que disparar ánimo y energía para combatir la inercia y obstáculos que acompañan a cualquier cambio”, explica Peters.

¿Qué es un símbolo organizacional? Según Anat Rafaeli y Monica Worline: “Cosas que pueden ser experimentadas con los sentidos y utilizadas por la organización para obtener significado”.

Las profesoras universitarias aseguran que un símbolo se percibe como real y tiene consecuencias, cumpliendo cuatro funciones:

  1. Representar y reflejar la cultura interna.
  2. Disparar valores y normas.
  3. Proveer un marco de referencia para acciones y planes.
  4. Dar significado y ayudar a entender roles.

Un símbolo organizacional no sólo se da por las acciones de un líder, sino también el diseño de espacios, organigramas, vestimenta, etc.

Andrés sabe que el enorme hartazgo que lo llevó al triunfo es causado por la ineptitud y corrupción. Pero también por el pésimo manejo de los símbolos de los grillos en el poder. Son gastones, se construyen edificios nuevos y lujosos, tienen séquitos que los protegen, etc.

Dicen a gritos: nosotros somos mejores. López Obrador lleva años gritando otra cosa: soy igualito a ustedes. “Un país pobre no puede tener gobernantes ricos”. Empezando por él mismo.

Peeero OJO. Es cierto que los símbolos pesan, pero los resultados al final marcan la pauta. De nada sirve un simbolismo de primera con una implementación de cuarta. Y aquí le va un ejemplo perfecto.

El Bronco es otro experto en símbolos. ¿Sabe qué hizo tras arrasar y tomar protesta como Gobernador de Nuevo León en 2015? Dos cosas:

  1. Retiró la silla de Rodrigo Medina. Le puso un cartel que decía: “Peligro... no sentarse. Esta silla enferma de poder y egolatría”. Y advirtió: “La mandaré a un museo”.
  2. Clausuró la Casa de Gobierno. Le puso candados, para significar que él no despilfarraría. Y sentenció: “Es una casa de soberbia, egolatría y de evidente mal gusto”.

¿Y luego? Luego su Gobierno se quedó sólo en símbolos. Ha sido mediano y él es peleonero, ocurrente. Y hasta tramposo. Imagine: en el 2015 ganó con 49% del voto y hoy 73% de los nuevoleoneses no lo quieren de Gobernador. Un cambio dramático en sólo tres años.

Bien haría López Obrador en aprender en cabeza bronca: los símbolos sin resultados son a fin de cuentas rollo.

En la era de la hipercomunicación y las redes sociales, el amor del votante se convierte en odio en un tris si las promesas no se cumplen. Lo duro para AMLO es que prometió mucho y los problemas son muchos, complejos y añejos. Su reto es pues enorme.

Posdata. El requerimiento del 40% de contenido automotriz en fábricas con salarios promedio de 16 dólares/hora sería problemático para México. La pregunta clave es: ¿qué porcentaje del contenido actual es mexicano? Si es mayor a 22.5% (seguramente lo es), con esta regla la industria nacional perdería peso.

En pocas palabras.
“Los mejores líderes son maestros en el uso de historias y símbolos”.
Tom Peters, gurú del management

benchmark@reforma.com
Twitter: @jorgemelendez

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