DESDE HOLANDA

Amor de verano

Por Dianeth Pérez Arreola
miércoles, 15 de agosto de 2018 · 00:00

Mis hijas disfrutan de su amor de todos los veranos: sus abuelos. La fecha de su regreso a México se acerca inexorablemente y el tema de la temida despedida aparece en forma de anuncio; vamos a llorar cuando nos despidamos en el aeropuerto.

“Todos los niños de mi salón tienen dos opas y dos omas”, dice mi hija menor. Opa y Oma es la manera cariñosa de llamar al abuelo y a la abuela en holandés. “Por eso tienes que cuidar y querer el doble a los tuyos, porque tu solo tienes unos”, le contesto.

Aprovecha para recibir muchos abrazos porque ya me voy, le comenta mi padre a mi hija mayor. ¿A dónde?, pregunta ella asustada. A México, responde él. “Ah, bueno, yo creí que al cielo”, dice aliviada.

Siempre hacemos un álbum de fotos sobre las vacaciones de verano. Ya empezamos a bajar las fotos a la computadora para seleccionarlas. Veo los momentos felices que pasamos y ya siento nostalgia.

Siempre pienso que debo aprovechar todo el tiempo que están aquí mis padres de mil maneras posibles, para disfrutar al máximo de su compañía y hacer de su viaje un recuerdo muy querido. Al final de la visita siento que los días se me han ido como agua entre los dedos, como suelen irse de rápido las vacaciones, la juventud o la vida.

Que la familia venga a visitarte, también te llena de energía. Su presencia trae consigo momentos, olores, sabores, melodías, saludos, recuerdos de nuestra patria que son el cordón umbilical que nos mantiene vivos a quienes tenemos el cuerpo en un país y el corazón en otro.

Mi esposo y yo tenemos serias dudas sobre si viviremos lo suficiente para conocer a nuestros nietos. A mí me basta ver la relación tan especial que tienen nuestras hijas con sus abuelos para sentirme felices por ellas, por ellos y por nosotros.

No puedo quejarme, iremos a México como todas las navidades en unos cuantos meses, que se irán volando, con la emoción además de conocer a mis nuevos sobrinos, que nacerán en otoño. Les deseo a mis hijas en unos años más, un maravilloso tiempo con sus primos, así como lo tuve yo con los míos, cuando compartimos juegos, confidencias, travesuras, idas al cine con mi abuela, noches juntos y vacaciones.

Estos últimos días los seguiremos dedicando a la degustación de cervezas y antojitos holandeses, y a tratar de hacer comida mexicana con lo que hay, ya en un clima más benigno, pues al parecer la ola de calor se ha ido. Las clases empiezan en un par de semanas y la rutina hará más llevadera la espera hasta diciembre, mes para el cual nietas y abuelos ya trabajan en la agenda de actividades, así como también en la del próximo verano.

Larga vida a Opa y Oma, a los vuelos trasatlánticos, a las videollamadas de Whatsapp, a los álbumes de fotos y a todo lo que nos permita sentirnos más cerca de los nuestros a pesar de la distancia. Las visitas siempre nos traen un pedacito de México a casa.

...

Comentarios