DE NIÑOS Y OTROS ENREDOS

Marihuana de uso medicinal

Por Dr. Enrique Sicardi Aragón*
jueves, 16 de agosto de 2018 · 00:00

La historia de la marihuana data de hace 4000 años o más, en China, y en especial en la India, donde aún se usa con fines religiosos. Se le atribuyeron propiedades como agilizar la mente, otorgar salud, valor y mejoría en la potencia sexual. En Grecia su uso fue recreacional y con fines medicinales, fue poco usada.

Llegó a las Américas traída por los españoles por su uso textil, sin embargo los aztecas que acostumbraban fumar, pronto descubrieron su uso recreativo.

En el México revolucionario su uso fue ampliamente extendido, en especial entre la tropa, no siendo ilegal el consumo y con fines medicinales, es por generaciones conocido como analgésico en casos de dolor articular o reumático.

En 1851, la Farmacopea de los Estados Unidos clasificó a la marihuana como un compuesto médico legítimo y muchos médicos apoyaron su uso para afecciones como la epilepsia, las migrañas crónicas y manejo del dolor. Hay reportes de neurólogos de la época victoriana donde hablan del beneficio de su uso en epilepsia. A principios del S-XX aparecen en el mercado productos como la fenitoina y el fenobarbital, los cuales tendieron a desplazar a la marihuana para control de las convulsiones y la industria farmacéutica realizó guerra sucia para desacreditarla, asociando su consumo con la psicosis, la adicción y el crimen violento, específicamente entre las minorías y las poblaciones de bajos ingresos. Los industriales de las fibras sintéticas influyeron también a que decayera el uso del cáñamo aprovechando la campaña de desprestigio para quitarse un competidor, por lo que la marihuana pronto se etiquetó como una droga de abuso y para desalentar su uso, el Congreso aprobó la Ley de impuesto a la marihuana de 1937 que aplicó un fuerte impuesto al uso de cannabis y cáñamo para fines medicinales e industriales, a pesar de la oposición de la Asociación Médica Americana (AMA), quienes apoyaban la eficacia médica de la marihuana. En 1941, todas las preparaciones de cannabis fueron eliminadas de la Farmacopea de los Estados Unidos (USP).

En las décadas de 1960 y 1970, la marihuana pronto se asoció con el uso recreativo de grupos contrarios al establecimiento, lo que aumentó aún más el estigma asociado con su uso y varios investigadores iniciaron estudios. A principios de 1990, se descubrieron dos receptores: el cannabinoide tipo 1 y el tipo 2. El tipo 1 se asocia como responsable de los efectos psicológicos sobre el placer, la memoria, el pensamiento, la concentración, las percepciones sensoriales y temporales y el movimiento coordinado. Los tipo 2, pueden desempeñar un papel antiinflamatorio e inmunosupresor.

La Academia Estadounidense de Neurología llevó a cabo una revisión sistemática en 2014 que incluyó 34 estudios que utilizaron marihuana medicinal para tratar la epilepsia, trastornos del movimiento y trastornos conductuales.

Se han estudiado ampliamente de la mariguana dos cannabinoides exógenos: el tetrahidrocannabinol (THC) y el cannabidiol (CBD), el primero posee actividad anticonvulsiva y el segundo posee efectos neuroprotectores y antiinflamatorios. Estos productos se utilizan para tratar las náuseas y los vómitos asociados con la quimioterapia, la anorexia y la pérdida de peso en pacientes con síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), el alivio de la espasticidad y el dolor asociados con la esclerosis múltiple. La Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NAS) ha hecho público un informe en relación al cannabis medicinal intitulado “Los efectos del cannabis y los cannabinoides en la salud: el estado actual de la evidencia y recomendaciones para la investigación” el cual se puede consultar en la página web de la Academia desde el pasado 12 de enero de 2017.

Y a la luz de las evidencias, los padres y los pacientes están tomando la decisión de utilizar estos productos basados en la difusión en las redes sociales con informes de casos de niños y adultos tratados con éxito y la creencia de que los tratamientos derivados de productos naturales son más seguros o más efectivos. El riesgo es no dosificar en forma segura y llevar al paciente a niveles de toxicidad o de ingesta accidental como ya se está registrando en varios centros.

Muchos países están avanzando en el estudio y mientras tanto nosotros seguimos durmiendo en nuestros laureles ¿y los políticos? peleándose por la caja chica del negocio de la ilegalidad.

* Médico Pediatra. Represente APROLAM en Baja California
sicardi53@gmail.com

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