BAÚL DE MANÍAS

Nuestro nerdito interior, 4… y ya estuvo suave

Por Ma. Cristina Álvarez-Astorga
martes, 21 de agosto de 2018 · 00:00

Los últimos tres baúles han dejado en claro (espero) que nuestro cerebro es un nerdito que ama las matemáticas… También quedó claro que las cuerdas y las columnas de aire son las dos únicas formas de producir “sonido matemático” que los seres humanos hemos utilizado y adaptado a través del tiempo. Para que nos entendamos: el equivalente “natural” de una columna de aire productora de sonido sería la trompa de un elefante, mientras que un ejemplo de “cuerdas naturales” serían, lógicamente, las cuerdas vocales. Por cierto, no está de más aclarar que se llaman cuerdas vocales, porque derivan de “voz”, no de “boca”. Es que muchas veces he escuchado a personas decir esta barbaridad: “cuerdas bucales”.

Nuestro cerebro usa una descarga de dopamina para recompensarnos cada vez que escuchamos una serie de sonidos organizados u “ordenados”… Y, para distinguir eso, busca entre su arsenal de armas matemáticas y elige la “Transformada de Fourier”, que es la que le permite realizar el sencillo procedimiento.

Todo lo anterior constituye una de las razones por las que nos produce placer escuchar música. Hemos identificado algo con un valor añadido al resto de los sonidos, algo que, en esencia, proviene de un ser vivo. En otras palabras, nuestro cerebro ha tenido que adaptarse a la única forma que conocen los seres vivos de no producir “ruido aleatorio”, y esa forma consiste básicamente en hacer vibrar cuerdas y/o columnas de aire… Y esto, además, les ha salvado la vida a muchos miembros de la especie humana, no una ni mil, sino millones de veces.

Entonces, en resumidas cuentas, a los humanos la música “nos gustó desde el principio”, por dos vías (la “matemática” y la social)… Pero aún hay más. De hecho, hay una tercera vía, que francamente ya se había tardado en aparecer. Y claro que usted ya la adivinó. Esa tercera vía es la llamada “pulsión sexual”. ¡Já!

En tiempos remotos, (piense usted, por ejemplo, en el Homo habilis hace unos 2,5 millones de años, o en el Homo neanderthalensis -que se extinguió hace menos de 30 000 años-, o en los primeros Homos-sapiens), el dominio de la música más pronto que tarde se convirtió en un arma de conquista sexual. Piense usted en que quizá por eso los rockstars ligan tanto. No es que estén guapos. Es que saben cantar, bailar y tocar la guitarra. Tal vez esa sea la razón de que haya Backstreet Boys, pero no Backstreet Girls…

Una nota sobre el ritmo: para el cerebro (matemático, como es) es tremendamente placentero (dopamina-productor) identificar los patrones rítmicos de la música... Aparentemente, le “suena mejor” algo que tiene ritmo que algo que no lo tiene… Y, lógicamente, a los humanos nos comenzó a gustar cada día más esta música “con ritmo”… Es una cuestión de economía: Bailar una música sin ritmo cuesta más trabajo que bailar salsa o rocanrol… entonces, bailar “para ligar” es la proeza máxima en el arte de la seducción… Vuelva a pensar en los Backstreet Boys… Casi pueden escucharse los ríos de dopamina desembocando en los cerebros delirantes de placer de las millones de púberes, con sus millones de ovarios produciendo hormonas a todo lo que dan, y tán-tán.

Ya me voy por mi dopamina: https://bit.ly/2MEqBmJ.

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