POR SI LAS MOSCAS

Congreso de “izquierda”

Por Laura Monzón
viernes, 31 de agosto de 2018 · 00:00
“¡Es un honor estar con Obrador!”, fue la consigna coreada con euforia fanática por los primores de Morena, cuando los diputados entrantes tomaron protesta para constituir la LXIV Legislatura de la Cuarta República.

Porfirio Muñoz Ledo quedó al frente de la Mesa Directiva de la Cámara Baja; uno de los personajes con más experiencia y conocimiento en política de nuestro país.

Otro personaje ilustre en ese menester, Ifigenia Martínez, fue elegida presidenta de la mesa de decanos del Senado, quien mencionó los años de ardua lucha por llegar a un Congreso que fuera en su mayoría de izquierda.

Con todo el respeto que merece la señora por su sabiduría milenaria, pero ¿de qué izquierda habla? No existe la izquierda en ese Congreso.

La izquierda en México murió en 1997 con Heberto Castillo. El resto son oportunistas que se mueven como las hojas caídas del árbol: hacia donde sople el viento y haya un lugar confortable para aterrizar.

Los ahora políticos llamados morenistas no vieron “la luz al final del túnel” ni se pasaron del “lado correcto de la historia” por remordimiento. Son convenencieros y en cuanto hallen un cojín más mullido, irán a tumbarse en él.

Raúl Trejo Delarbre, doctor en Sociología, académico de la UNAM y periodista, dijo: “lo que conocemos como izquierdas ha devenido en un crisol donde caben ambiciones de toda índole, tránsfugas de todas las formaciones partidarias y, sobre todo, una constante, elocuente y bochornosa indefinición política”.

Agrega que por “comodidad y costumbre” en México se le considera izquierda a cualquier grupo o personaje que antagonice con el PRI y no esté en el PAN, por lo que cualquier cosa que no encaje en esos partidos es de “izquierda”.

López Obrador nunca se presentó como un personaje de izquierda; eso lo dedujeron de manera errónea sus seguidores por a) conveniencia; b) no saben de política; c) desconocen la historia de México; d) todas las anteriores. Él se acomodó en el trono que le construyeron.

Es sólo cuestión de revisar su carrera política y observar las alianzas que está haciendo, los personajes que está acogiendo en su seno y los grupos de élite, económicos y políticos, con los que se está rodeando.

Podrán refutar y argumentar que el presidente electo estuvo durante años en contra del sistema; pero no porque él se pensara de izquierda, sino porque el sistema no lo tomaba en cuenta.

Ahora, después de años de incubar el hartazgo del pueblo, denostar a la “mafia del poder” y fraguarse un culto a la personalidad, logró llegar a la punta de la pirámide del sistema.

Aunque no ha entrado en funciones, es el monarca omnipotente, omnipresente y omnisciente manejador del régimen, que tiene mayoría en el Congreso de la Unión para llevar a cabo los preceptos que proponga y disponga.

Dentro de Morena, en efecto, existen personajes con antecedentes de izquierda; pero prefirieron dejarse llevar y someterse a corrientes ajenas a esas tendencias ideológicas. Los más jóvenes hallaron un nido desde el cual incubar el cambio social, que no se va a dar como se espera.

Abusando de nuevo de Trejo Delarbre, finalizo con esta cita: “Las izquierdas por lo general miran hacia el futuro; el próximo presidente se cobija fundamentalmente en el pasado”.

Los seguidores de López Obrador berrearán lo que quieran, pero el proyecto de nación que propone su mesías no es de izquierda; mucho menos visionario. Es un refrito priista de los años setenta, con el que busca restaurar el antiguo régimen político, al cual añora retornar, porque era el tiempo en que el señor presidente era intocable.

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