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Cóndor en el cielo

Por Dr. Horacio de la Cueva*
sábado, 4 de agosto de 2018 · 00:00

El cóndor de California es el ave voladora más grande de Norteamérica, mide tres metros de punta a punta del ala; su tamaño no le permite volar aleteando por mucho tiempo. Para mantenerse al aire aprovecha las corrientes ascendentes de las montañas y del desierto. Así busca carroña (animales muertos) de los cuales se alimenta. Puede volar hasta 400 km en un día. Pone un huevo a la vez y la pareja cuida por 18 meses al pollo.

Desde antes de la llegada de los humanos a esta región, los cóndores de California surcaban las montañas y costas para alimentarse de carroña: mamíferos marinos o grandes peces muertos en la playa o mamíferos terrestres como zorras, venados, borregos cimarrones y pumas. Antes de la llegada de las balas y postas de plomo a California y Baja California había pocas amenazas, las águilas reales, las enfermedades o los parásitos eran sus enemigos principales.

La muerte por bala de presas de caza o animales de granja a manos de cazadores o rancheros ha dado más alimento a los cóndores, pero es un alimento envenenado. Los fragmentos de bala que quedan en estos cuerpos abandonados en el campo son ingeridos por los cóndores como si fueran pedazos de hueso. El hueso es una fuente de calcio importante para el cóndor, lo necesita tanto para mantener su esqueleto como para que las hembras formen el cascarón del huevo.

Una vez que el cóndor ingiere un fragmento de bala de plomo, éste se disuelve e intoxica lentamente al ave impidiendo sus movimientos, culminando en un paro respiratorio mortal. Este envenenamiento fue el culpable que para 1986 los cóndores llegaran a un mínimo de 27 en California. Ya en Baja California no se había observado su presencia desde finales de la década de los cuarenta. Los cóndores se encontraban al borde de la extinción.

Los 27 cóndores fueron llevados a los zoológicos de Los Ángeles y San Diego donde vivía el resto de la especie. Allí comenzó un programa de reproducción en cautiverio para su reintroducción a la naturaleza. Retirando huevos del nido y con la ayuda de títeres se logró que una pareja de cóndores pusiera hasta cuatro huevos en dos años, acelerando el crecimiento de la población.

La reintroducción del cóndor requería de sitios sin tendidos eléctricos de alta tensión para evitar su electrocución, lejos de asentamientos humanos y accesibles para ayudar a los cóndores cuando fuera necesario. Hay ya más de 200 cóndores viviendo de regreso en la naturaleza. La Sierra San Pedro Mártir es el lugar más apropiado en Baja California para su reintroducción. Gracias a los esfuerzos de Catalina Porras, Juan Vargas y un gran equipo de colaboradores en San Pedro Mártir viven 25 de estas magníficas aves, dos son mexicanas por nacimiento.

Presenciar el vuelo de un cóndor en los cielos de San Pedro Mártir es ser testigo del éxito de su reintroducción a la naturaleza y de que la cooperación internacional es fundamental para la conservación.

* El autor es Investigador titular en el Departamento de Biología de la Conservación.

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