LA POLÍTICA ALEGRE

Rapiña institucionalizada

Por Juan Carlos Domínguez*
sábado, 1 de septiembre de 2018 · 00:00

Sin duda, debe ser una labor titánica para cualquier gobernante el tratar de erradicar la corrupción, el abuso, la rapiña, cuando estos ya son sistemáticos, institucionalizados, como en nuestro país.

El robo y el abuso contra el ciudadano no solamente se gesta en las instancias oficiales, en el gobierno, sino que es una práctica común en la iniciativa privada, en las empresas -la mayoría de ellas monopólicas- que sangran despiadadamente la economía y calidad de vida de los mexicanos.

El “redondeo” es el gran robo. El otro día acudí al Mercado Mayorista, y al pagar 25.45 pesos me preguntaron que si quería “redondear”, les dije que no, y pagué 25.00 pesos cerrados para aplicar el ajuste a la inversa, pero me exigieron que pagara los 45 centavos. “¡O sea que ustedes sí pueden aplicar el ‘redondeo’ a su favor, pero cuando se trata de hacerlo para el cliente, no!”, la protesta les hizo lo que el aire a Juárez.

Y eso sólo es parte del robo disfrazado. Sucede el de todos los días, el descarado. Me ha pasado en Walmart, Waldos, Comercial Mexicana, Soriana, Oxxos… ¡nadie se salva! Práctica común, que como buenos mexicanos resignados ya ni nos incomoda -pareciera- es que llegas a la caja y no falta el artículo que te están cobrando de más. Si llevas poca despensa te puedes percatar rápidamente del robo en algunos de ellos, pero si la lista del mandado es larga, el robo pasa desapercibido para el cliente al que tiro por viaje “abrochan” en cada cuenta. Y nadie dice nada.

Reparamos y renegamos cuando suben el precio de la gasolina, las minas de gas, o artículos de la canasta básica. Pero no nos damos mucha cuenta del descomunal aumento que le hacen a los artículos en general pero que son de uso cotidiano: un frasco de mayonesa, una caja de cereal, una caja de galletas, o cualquier cosa que se les ocurra. Con aumentos que si hacemos cuentas pueden ir del 30 o 40 por ciento. Por ejemplo, en un Oxxo cercano a mi casa un rollo de papel higiénico un día estaba a 6 pesos, y al día siguiente ya costaba 8.50; un yogurt de 9 pesos, de repente dio el “subidón” a 13.

Rateros y mañosos, porque también aplican toda suerte de trampas y artimañas para fregar al consumidor. Le suben al precio y no lo actualizan en los anaqueles para que al llegar a la caja te den la sorpresa. O muy común también que buscando el precio de varias marcas de un mismo producto para comparar, precisamente el precio del producto más barato o que más conviene no te lo ponen en ninguna parte para que desistas y termines comprando ¡a guevo! el que ellos quieren.

Otro lastre es la burocracia. Y no estoy hablando de los entramados en que se mete uno ante el trámite más simple en cualquier oficina de gobierno, sino la que lamentablemente también opera en las empresas privadas y trasnacionales. ¡Sí!, en este país aplica la burocracia hasta para ir a comprar una cajetilla de cigarros a cualquier Oxxo. Ya hasta lo tomamos a chiste, llegas a cualquiera de esas “tiendas de conveniencia” y siempre habrá dos cajas pero es un dilema adivinar cuál es “la buena” y curiosamente siempre cae uno en la que un estúpido te dice “pase a la otra caja”.

Y en Telcel, Bancomer, Cablemás, Soriana… ¡uff! el que se nos ocurra, podrán tener 15 cajas registradoras pero sólo van estar operando 8, así esté la fila larguísima. Pero hay estamos los abnegados consumidores mexicanos con nuestro karma a cuestas esperando que nos hagan el favor de atendernos.

Y se trata de alguna reclamación por algún cobro de más o producto defectuoso en cualquiera de estas firmas, ya sabemos que va hacer meterse en un viacrucis, una tramitología digna de un cuento kafkiano, donde la consigna es no resolverle al cliente si es posible, cansarlo, hartarlo, incluso perderlo, preferible antes que regresarle un peso.

Ya ni hablemos de la actitud y el servicio que te dan cajeros, empleados de piso y demás. De entrada la “jeta”, el desdén, cierto, síntoma también de que están inconformes y trabajando a fuerzas dado a los malos sueldos y a las ahora casi inexistentes prestaciones sociales. Y eso se convierte en un círculo vicioso que culmina en el consumidor, al que roban y aparte tratan mal. ¡Estamos jodidos!

Por eso ahora que al presidente electo Andrés Manuel López Obrador le están pidiendo que resuelva todo -cada mexicano con sus propias broncas considera que éstas son prioritarias- me pregunto ¡cómo le vamos hacer! si la metástasis de la corrupción y el abuso está en todas partes. ¡Vaya tarea!..., si hasta los iluminados terminan crucificados.

* Comunicólogo, periodista cultural y sommelier

jcmedios@yahoo.com
 

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