DE NIÑOS Y OTROS ENREDOS

Situaciones de emergencia

Por Dr. Enrique Sicardi Aragón*
jueves, 10 de enero de 2019 · 00:00

Es muy común que los padres de un menor salgan corriendo con el niño en brazos por una urgencia y en ocasiones acuden a donde menos deben.

Todos los seres humanos estamos expuestos a accidentes y situaciones que pueden poner en peligro nuestra vida, como el caso de una reacción a un alimento o medicamento, un atragantamiento, una herida sangrante, pérdida del estado de alerta, un episodio convulsivo u otras muchas situaciones.

En las verdaderas emergencias, entre más rápido se tomen medidas para limitar el daño, el pronóstico mejorará sustancialmente, por lo tanto, es en el sitio donde sucede el accidente y la situación que nos alarme, donde deben tomarse las primeras acciones.

Si el paciente se atraganta y se está asfixiando, ahí mismo se debe tratar de resolver el problema, ya que si trasladamos al paciente a un servicio de urgencias o esperamos la llegada de los paramédicos, estamos perdiendo segundos muy valiosos y para cuando lleguemos al lugar o lleguen los expertos, probablemente ya no haya nada que hacer por el afectado.

La persona que tomará el control de la situación, se recomienda que respirar hondo, profundo, observar el problema y tomar acción sobre él; una herida muy sangrante, no debe de cubrirse, debemos observar donde y cómo fluye el sangrado a fin de cohibirlo. Las lesiones de las arterias o de venas gruesas son muy sangrantes y en ocasiones con la presión de un dedo o la presión del sitio sangrante, puede disminuir o inclusive frenar el sangrado y ya una vez controlado, se trasladará al hospital o esperaremos la llegada de los paramédicos.

Cuando una persona en forma súbita o secundario a un golpe se desmaya, debemos de posicionarlo en forma totalmente horizontal, vigilar que respire en forma adecuada, evitar obstrucciones de sus vías respiratorias, checar su función cardiaca, observamos su respuesta a la voz, tacto o dolor, mientras llega el servicio de urgencia o se ve la forma de trasladarlo a un hospital. Para las crisis convulsivas y muchas otras verdaderas emergencias es el mismo proceder.

Existen muchas otras situaciones que no caen en el terreno de “urgencias verdaderas” y el mal manejo de las mismas las puede tornar por sí mismas en situaciones catastróficas.

Un menor tiene un cuadro febril, el cual, si no lo controlamos y lo mal manejamos, puede incrementarse y condicionar una crisis convulsiva. Lo cogen en sus brazos, con varias cobijas, corren al servicio de urgencias y para cuando los atienden, el menor ya falleció. La convulsión puede condicionar atragantamiento de saliva o vómito, el cual puede broncoaspirar y complicar algo que en verdad no era para salir corriendo.

La fiebre es un síntoma que puede alarmar mucho, es muy común que los padres corran en la madrugada a urgencias del hospital más cercano con el niño en brazos y en dicho servicio, por supuesto que lo bañarán y una vez controlada la fiebre, lo darán de alta en horas inadecuadas de la madrugada con bajas temperaturas y lo que era un simple cuadro gripal, puede tornarse en una cuadro pulmonar mucho más delicado.

Los padres deben estar preparados para resolver ésta y muchas otras emergencias relativas a sus hijos. La urgencia se controla en el sitio donde está ocurriendo y una vez estabilizada, se acude al lugar más recomendable. Los consultorios anexos a las farmacias, no tienen ni el equipo, ni la experiencia para enfrentar situaciones de emergencia, su negocio es vender medicamentos.

El trabajo del pediatra es el de educar a los padres en el cómo manejar esas situaciones relativamente urgentes que pueden muy bien resolverse o iniciar su manejo en casa, como ejemplo: paciente asmático que inicia en la madrugada una crisis, entre más tarde en revertirse el problema, más difícil o tardada será su solución. Los familiares deben aprender a reconocer las primeras señales a fin de atacarlas y limitar el daño.

Cuando acuda a su médico, no dude en preguntarle qué hacer en tal o cual caso, el “hábleme en caso de emergencia” no garantiza que el facultativo esté disponible para cuando se le necesite.

Si le doy un pescado a un hambriento, le mitigo el hambre un momento, pero si le enseño a pescar, mitigar su hambre será su bienestar.

El conocimiento debe ser universal, solamente hay que saber trasmitirlo.

*El autor es médico pediatra
sicardi53@gmail.com

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