POR SI LAS MOSCAS

Sale peor el remedio

Por Laura Monzón
viernes, 11 de enero de 2019 · 00:00

“A ver quién se cansa primero, los que roban el combustible o nosotros”, dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador, luego de dar la orden de parar en seco el huachicoleo.

Resultó que los primeros cansados fueron los ciudadanos, ante la escasez de combustibles en por lo menos diez Estados del país, ocasionada por la burda estrategia implementada por el Gobierno, que decidió cerrar varios poliductos de Pemex y luego mandar las pipas (insuficientes, por cierto), creando un desabasto increíble y nunca antes visto, en cientos de gasolineras.

Tal situación dio pie a que se lanzaran rumores, como que el robo fue una medida para ocultar la falta de combustible y racionalizarlo, lo cual algunos expertos, bautizaron como “la primera gran crisis energética”.

En las redes sociales también se publicaron teorías, como que gasolineras adquirían la mitad del combustible con Pemex y la otra mitad con los huachicoleros, que si el desabasto es culpa de la falta de importación, que si todo es una estrategia mediática para desestabilizar al país…

Por supuesto que las historias llevaron a las compras de pánico, que a su vez crearon más desabasto y más pánico, lo cual no habría ocurrido si el equipo de trabajo lopezobradorista hubiese implementado la logística adecuada, en el momento oportuno, para no dejar sin gasolina a medio México.

La titular de la Secretaría de Energía, Rocío Nahle, admitió un “posible” error de cálculo y falta de logística para el abastecimiento de las estaciones de servicio.

“¡N’ombre! ¡Unos genios!”, diría José Antonio Meade.

El tema del huachicoleo es delicado. Es verdad que los Gobiernos anteriores no hicieron algo para solucionar el problema añejo, siendo que tenían la información sobre el hurto y sabían muy bien que comunidades enteras, autoridades y crimen organizado están coludidos en la red delincuencial.

Es un asunto que tenía que enfrentarse tarde o temprano, porque está ocasionando grandes pérdidas a la nación; según los datos, unos 66 mil 300 millones de pesos al año.

El problema no es el fondo, sino la forma mal implementada por el Gobierno para pretender erradicar el delito.

El analista en seguridad, Alejandro Hope, dijo: “Prevenir, perseguir y sancionar delitos no es una tarea gratuita. Se requiere personal, equipo e instalaciones”. Y si la manera en que se está llevando a cabo esa tarea pone en riesgo la economía del país y la estabilidad social, entonces deben repensarse las estrategias.

Usar elementos del Ejército, la Marina y las Policías para reforzar refinerías y centros de almacenamiento, que también deben cuidar ductos y las pipas que transportan los combustibles a cuenta gotas no es lo idóneo; la vía terrestre es catorce veces más cara que la distribución subterránea y, a la larga, se registrarán más pérdidas que las originadas por el mismo robo. Saldrá peor el remedio que la enfermedad.

El analista en temas energéticos Gonzalo Monroy lo dijo muy claro: “no tenemos suficientes marinos, soldados ni policías para defender o monitorear 24 horas, los cerca de 9 mil kilómetros que tenemos de poliductos”.

El Gobierno se perderá en un bucle repetitivo e infinito de abrir y cerrar tuberías para eliminar las tomas clandestinas, pero sin darle solución al asunto, heredando el huachicoleo al Gobierno entrante, como hicieron los anteriores.

Si López Obrador quiere atacar el problema de raíz, le guste o no, tendrá que ir en contra de los responsables, en vez de implementar la estrategia de “a ver quién se cansa primero”, porque terminará su mandato con un país, tal vez, inmerso en una crisis energética y un pueblo hastiado de sus medidas pueriles. Mientras tanto, el huachicoleo seguirá su curso.

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