Amador…del deporte

¿Con melón o con sandia..?

Por MAO
sábado, 12 de enero de 2019 · 00:00

Por más que quiere uno evitar la nostalgia, esta vuelve presurosa, puntual, lacerante, como el frio reinante en los últimos días por aquí en la región.

Es la época de la reflexión, el dejar atrás, de los buenos propósitos, aunque algunos se disipan más rápidos que la brisa matinal; difícil hacer cambios drásticos entrando el año ya que la proximidad de las fiestas carnestolendas sugieren al sistema límbico, y como buenos mexicanos, extender el puente Lupe Reyes y de paso nos llevamos de corbata a La Candelaria.

A quienes nos arropa lo místico, sabemos que vivimos a la manera de aquella canción “un día a la vez”, y que como tal, lo único que nos pertenece es el presente, como este momento en que disfruto escribir esta columna; desconozco si la veré publicada, pero por lo pronto, me regocijo estarla haciendo. No dejo de sentir frio, pero es como aquel viento helado que hiciera famoso GG….ándele, algo así como “frio de ausencia”, alejamiento que amenaza a omisión, a abandono, a olvido.

Y es que por aquellos años de mis mocedades, existía un evento que año tras año atraía poderosamente la atención de la gran mayoría de los ensenadenses. Era una fecha imperdible toda vez que se fijaba el encuentro; la gran oportunidad de ver a personalidades que solo sabias de ellos a través del papel, de la tinta, del oído. Muy pocos aparecían por TV y aun así, se hacía lejano el día que pudieras tener un contacto con ellos. Ir a ver a estas grandes figuras era algo que ni la más grande función de Lucha Libre pudiera haberte ofrecido jamás: frente a ti, por primera vez, a algunos con etiquetas de ídolos, ¡sin mascara!

El juego no parecía de mero trámite, había pique, celo por la atención del respetable. Había jugadas con garra, nadie quería perder. Previo al juego se decían de todo, con respeto a veces, y en otras, haciendo bromas pesadas; a la postre, ambos equipos vaticinaban el triunfo. Muy pocos eventos de beisbol podrán jactarse de haber llenado el Antonio Palacios en aquellos años; si acaso los Defines en finales de LNS, pero estos figurones del periodismo y la locución lo hacían cada vez que se enfrentaban. ¿Qué fue de esos juegos? ¿Por qué no han vuelto? A las nuevas generaciones ¿dejaran que el frio de la ausencia se convierta, como dijera el charro zacatecano, en un “triste recuerdo”?

Unos le piden al niño Dios, otros a los Reyes Magos, yo le pido a la vida que me queda, volver a vivir, por lo menos, un juego más. Ahora que comparto estas dos vocaciones, créanme, no me importaría estar en la banca de cualquier equipo por tal de ver que hacen feliz a la fanaticada, es más, como no tengo predilección por una u otra escuadra, ¡me ofrezco de Ampáyer!

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