LA BUFADORA

Morena es un sistema no partido

Por El Mosquito
sábado, 19 de enero de 2019 · 00:00

Haciendo una rápida y no minuciosa revisión al nacimiento del PRI en 1928, entonces como Partido Nacional Revolucionario, que luego se modifica a Partido de la Revolución Mexicana y desde 1946 en PRI. Wikipedia: “Concebido como un partido de masas y con la intención autodeclarada de tutelar en los derechos de los trabajadores, promovió un creciente ascenso en la participación política por medio de movilizaciones populares reclamaba una mayor participación en los asuntos del Estado y la más equitativa distribución de la riqueza, de inicio un carácter netamente socialista al partido en contra de los elementos de centro derecha y extrema derecha que estaban proliferando en el país a raíz de los movimientos fascistas en Europa”.

Con la disculpa del lector por esta cita, pero era necesaria para compartirles un contexto, si no similar, si por cuanto a los objetivos que dieron lugar a la formación del abuelo del PRI. Se trataba de un partido de Estado que aglutinara en torno suyo a todas las corrientes políticas que abrieran paso a un país de instituciones y dejase de lado las guerras internas, asesinatos y más, que convulsionaban la república.

Algo muy similar ocurre ahora con Morena, si bien un actor partidista más en el marco democrático del país, en el fondo cumple con el fin fundacional del Partido de Estado que congrega a ex militantes de prácticamente todos los partidos políticos del presente.

Eso explica, también, que el presidente López Obrador no ha sesgado ideológicamente a Morena, que de un lado tiene a Gerardo Fernández Noroña, John Ackerman o la misma Yeidckol Polevnsky, y del otro a Graciela Márquez Colín, Alfonso Romo, Javier Jiménez Espriu, Carlos Urzúa y Gerardo Esquivel.

Morena ha dado pie, quien sabe si deliberado o no, a un sistema que congregue grupos de todos los sectores. Su principal fortaleza es su líder, su principal bandera es la lucha contra la corrupción, pero hasta ahora ningún rumbo ideológico. Condena el neoliberalismo pero el país mantiene todo el andamiaje que permite la convivencia económica del neoliberalismo y las políticas públicas de apoyo a grupos vulnerables.

Las batallas que se libran en las redes sociales no han considerado que lo de López Obrador no es un cambio de régimen, más bien parece un cambio de sistema que ha recuperado la confianza de la mayoría de los ciudadanos en la calidad de su líder y, con eso, hasta ahora ha sido suficiente.

Si logra congregar en torno suyo a las fuerzas políticas que en su momento dio lugar al PRI, estaría entonces sí, reiniciando la era institucional. Quizás a eso sí pueda llamarse la cuarta transformación.

Las cuentas de la gasolina
Cuando usted lea en las redes comentarios sobre la lucha contra el huachicoleo emprendida por el nuevo gobierno, verá también la crisis de abasto y de transporte de mercancías que naturalmente ha generado. Con ello, podrá adentrarse en el cavernoso mundo de los improperios de uno y otro lado, que apoyan y condenan esta decisión del presidente López Obrador porque, dicen los defensores, nunca antes alguien hizo algo por evitar los robos y porque, dicen los otros, la forma de hacerlo no es práctica ni inteligente.

Bueno, veamos los números. De acuerdo a Roy Campos de Consulta Mitofsky el 68% de los mexicanos residentes de los cinco estados que enfrentan el problema de robo y desabasto, respaldan la decisión presidencial. Casi 7 de cada 10.

Otro número interesante que surgió de Raymundo Rivapalacio es que sólo una tercera parte de la población utiliza vehículos automotores.

Si a ello le agregamos que ni usted ni este mosco se nutren de sangre de esos estados, es decir, no vivimos su crisis de robo a gasoductos o escasez de combustibles, ¿cómo entramos a un debate de un tema que ni siquiera vivimos? Claro, pensaría alguien, no podemos excluirnos del contexto nacional, pero regresemos al número: 7 de cada 10 mexicanos están de acuerdo en lo que se hace y por supuesto en cómo se hace. Más bien están de acuerdo con su presidente.

Así que, podemos participar en el debate -sin estar en los zapatos de los demás- pero lo cierto es que si en este momento el presidente de México dice que va a llover, hay que ir buscando los paraguas.

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