La Maraña Cósmica

Acabar con “el dedazo” en todos los niveles, Estado y empresas

Por Rolando Ísita Tornell*
lunes, 21 de enero de 2019 · 00:00

Los recientes episodios del llamado huachicoleo han puesto a discusión instituciones del Estado como Pemex y las Fuerzas Armadas, y es de notarse con pesar que tanto ciudadanos de uno y otro bando, medios de comunicación, como actores políticos confunden a discreción Estado – Gobierno e instituciones.

Esto me trae a la memoria el jaloneo que se armó cuando el hoy presidente de la República, en alguno de sus intentos por lograr la preferencia de los electores para llegar, alegó “al diablo con las instituciones”. Hoy, en medio de tanto cochinero acumulado por décadas que sale a la luz, no pocos ciudadanos, políticos, comentólogos e informadores dicen o piensan lo mismo: mandar al diablo a las instituciones; pero instituciones y representantes de las instituciones, así como Estado y Gobierno no son lo mismo, sus significados no son equivalentes.

Las instituciones forman parte del Estado, que es una idea, y el Estado y sus instituciones, reglas para funcionar, son definidos por las constituciones de cada Estado y leyes reglamentarias. Lo que verdaderamente exalta las pasiones es quiénes y cómo ocupan y administran las instituciones del Estado, cómo las “gobiernan”.

Es lastimosamente cierto que, a las instituciones en México, lejos de entenderse que eso son, se las dirige, opera y trata como si fueran el rancho, la hacienda o la casa del titular; quien además casi nunca es nombrado titular por su formación y capacidad para hacerlo, y sí mejor porque es aliado o cómplice de la autoridad que lo nombró.

Otro tanto sucede en los consejos de administración de bastantes empresas, son gobiernos y administraciones de “cuates” o parientes.

A mi juicio, hay dos instituciones nuestras cuyas autoridades y ascensos se rigen por los méritos, que son evaluados por cuerpos colegiados de “pares”: la Ciencia y el Ejército, sólo difieren en el objeto de su quehacer, ¡ah!, y en el Ejército se debe presentar buen estado de salud.

Quienes buscan ascender en la investigación o en las FF.AA. los solicitan por escrito, tienen que acopiar la documentación que respalda el merecimiento, grados obtenidos, plan de trabajo e informe del anterior con documentos probatorios. Para la dirección de la institución los aspirantes manifiestan expresamente a sus comunidades que aspiran a dirigirla, presentan diagnósticos y plan de trabajo; comisiones evaluadoras integradas por “pares”, que cumplen también rigurosos requisitos para integrar esas comisiones, aprueban o rechazan las candidaturas.

Para la jerarquía más alta estas comunidades, mediante esos métodos de evaluación, escogen a tres candidatos para que el rector o el jefe de Estado, según el caso, elija a uno. En el resto de la mayoría de nuestras instituciones en México y empresas la elección es “a dedazo” independientemente de los conocimientos y habilidades del ungido.

Por mucho tiempo se ha propuesto por ello el servicio civil de carrera, donde los puestos se ocupan por concurso de oposición (con el método arriba descrito), pero estas décadas de corrupción, ante la disyuntiva del puesto me lo gané o me nombró mi cuate, tristemente se sigue eligiendo el nombramiento “a dedo”. Pensemos, evaluemos, cambiemos todos y escojamos el mejor método.

No es mandar al diablo a las instituciones, es mandar a retiro a sus representantes y mejor impulsemos los métodos de evaluación por “pares”, por oposición y servicio civil de carrera. Así, se ofrece lealtad a la institución y no al compadre que me nombró.

*Comunicación de la Ciencia UNAM-Ensenada

risita@dgdc.unam.mx
 

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