LA BUFADORA

BUFADORA

Por El Mosquito
viernes, 1 de noviembre de 2019 · 00:00

Concluyó la administración estatal encabezada por Francisco Vega de Lamadrid y con él también finalizan 30 años de gobiernos panistas en Baja California, porque a partir del primer segundo de este viernes 1 de noviembre comenzó la gestión de Jaime Bonilla Valdez, quien fue postulado a la gubernatura por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

Y casi de manera literal, Vega de Lamadrid se fue entre incendios, que se propagaron durante el último trienio de su mandato por no tener la capacidad de socializar sus iniciativas de ley ni los grandes proyectos de obra pública que promovió, los cuales siempre estuvieron bajo la sombra de la sospecha por la falta de transparencia, al grado que importantes figuras del sector empresarial que simpatizaban con el Partido Acción Nacional (PAN) no sólo se desmarcaron, sino que emitieron severos cuestionamientos en su contra.

A tres décadas de distancia, el PAN sale por la puerta de atrás en esta entidad fronteriza, donde en 1989 obtuvo un triunfo histórico, producto de la denominada Ruffomanía, y también de la injerencia del entonces presidente de la república, el priista Carlos Salina de Gortari, quien en su afán de legitimarse dentro y fuera del país tras el fraude electoral cometido en los comicios de 1988, le dejó el terreno libre al ensenadense Ernesto Ruffo Appel, al retirar como gobernador a Xicoténcatl Leyva Mortera y convencer a Guilebaldo Silva Cota de regresar al PRI, cuando el recién fallecido notario público se perfilaba como el aspirante favorito para ganar las elecciones respaldado por el movimiento cardenista.

Cambio a medias
Cuando arrancó el sexenio de Ernesto Ruffo (1989-1995), luego de enarbolar la bandera del “cambio” en su campaña, la prioridad del gobierno blanquiazul fue llevar a cabo una profunda reforma electoral, que incluso sirvió de modelo a nivel nacional, dado que la primera credencial para votar con fotografía se estrenó en Baja California en 1992, y dos años más tarde, en el 94, la replicó el Instituto Federal Electoral (hoy INE), al igual que los listados nominales con imagen, las urnas transparentes y la ciudadanización de los órganos electorales. Sin embargo, el PAN dejó intacto el sistema político y el régimen de partidos.

Asimismo, los panistas en el poder, sobre todo del 2000 al 2012, desaprovecharon la excelente coyuntura que se les presentó, al gobernar el país durante dos periodos presidenciales consecutivos, y de forma paralela dominar a nivel estatal y en la mayoría de los ayuntamientos, pero tal oportunidad no quisieron capitalizarla, y no tuvieron la voluntad política porque muy pronto se contagiaron de los endémicos males del sistema político mexicano, como son la corrupción, el tráfico de influencias y el nepotismo.

Por tanto, dirigentes, militantes y seguidores del PAN no deben fingir estar sorprendidos por el rechazo de los ciudadanos en las elecciones federales del año pasado y las locales de este 2019. Desde el centro del país y aquí mismo los gobiernos emanados de Acción Nacional descuidaron uno de sus principales bastiones, entre ellos el municipio de Ensenada, que presumían como la cuna de la democracia, pero en el que invirtieron muy poco, prueba de ello es la falta de suministro de agua y una red carretera digna, además de que nunca reformaron la Ley de Coordinación Fiscal para hacer más justa la distribución de las participaciones federales que recibe el municipio.

Sus criaturitas
En 30 años el PAN alimentó las estructuras sociales que terminaron por devorarlo, como lo son los sindicatos de burócratas y magisterial, que convirtieron en auténticos clanes familiares, pero cuando ya no pudo sostenerlos le dieron la espalda.

Volver a empezar
Ahora que regresan a la oposición, los panistas deben revisar las promesas de campaña que dejaron de cumplir, ser autocríticos y limpiar la casa, de lo contrario permanecerán en la banca por muchos años, como ya sucede en Ensenada, donde en 2007 ganaron por última vez la presidencia municipal, y no la pudieron recuperar pese a las desastrosas administraciones priistas.

Los culpables de que el PAN se haya desplomado en las preferencias electorales, casi al mismo nivel que el PRI, todavía tienen el descaro de presentarse como defensores de la legalidad, la transparencia y rendición de cuentas, pero por más que pretendan barnizar sus desvíos no podrán recuperar la confianza de la gente. Es cierto que en política nadie gana para siempre, ni pierde para siempre, pero reciclando a los mismos las opciones de retornar al poder disminuyen. Será interesante observar quién se queda, a quién expulsan y quiénes llegarían. ¿En 1989 alguien se habría imaginado que el PAN dejaría el gobierno con tanto desprestigio?
 

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