BAJO PALABRA

Del otro lado

Por Hadassa Ceniceros
viernes, 1 de noviembre de 2019 · 00:00

Con el objetivo de realizar un viaje acompañando a mi hermana a Dallas, Texas, viajé con mi hermano el fin de semana a la ciudad de Los Ángeles California. Debo decir que salgo de viaje muy poco y que a Estados Unidos prácticamente no tengo costumbre de ir. Esta vez, sin embargo, me animaba la idea de pasar unos días conversando y descansando un poco haciéndonos compañía.

De primera impresión advierto la multi etnicidad de las ciudades fronterizas de Estados Unidos, grupos de familias de origen y lengua no inglesa se dan cita en los centros comerciales. Grandes instalaciones con una enorme cantidad de tiendas variadas y áreas solamente de restaurantes de comida rápida de distintas regiones del mundo: italiana, china, japonesa, vietnamita, por su puesto mexicana, americana, etc; facilitan la elección de algún refrigerio a cualquier hora.

Si uno no tiene costumbre de ir a esos lugares y el inglés lo habla con timidez, siente la confianza de hablar español a quien a todas luces es paisano o paisana. Pero resulta que no siempre encuentra uno un interlocutor que responda en nuestro idioma; y también sucede que cuando nos animamos a armar una buena oración en inglés, el empleado nos contesta en español. En fin, con tanto tiempo sin pasar al otro lado, todos estos pormenores llaman mi atención.

El plan se vio alterado cuando me di cuenta que había olvidado mis medicamentos y de los cuales no debo prescindir. Decidimos regresar a Ensenada al siguiente día.

Viajamos en tren de Los Angeles a San Diego, no conocía el Amtrak, la conversación con mi hermano hizo ameno y ligero el recorrido. Al llegar, una mujer de edad con atuendo musulmán me preguntó algo sobre la estación del trolebús, su acento dificultaba la comprensión, pero entendimos su pregunta y mi hermano la orientó con su inglés de acento bajacaliforniano.

En fin un viaje en donde la apariencia no tiene nada qué ver con el idioma que hablas. Antes de regresar, en una tienda de cosméticos le dije, en mi mejor inglés, a una demostradora afroamericana si me podía probar un maquillaje, ella me contestó en español “seguro que sí mami, lo que quieras”, era cubana.
 

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