ALGO MÁS QUE PALABRAS

Reducir opresiones

Por Víctor Corcoba Herrero
lunes, 11 de noviembre de 2019 · 00:00

Los moradores de este mundo, con sus gobiernos y nuevas generaciones al frente, han de sosegarse y aminorar tensiones, que lo único que hacen es propiciar atmósferas ya vividas en otro tiempo, y esta es una época que ha de ser activada e instruida en la tolerancia. La necedad no es buena para nadie.

Despertemos y despojémonos de tantas falsedades. Continuar oprimiéndonos unos a otros es la mayor simpleza a la que podíamos evolucionar, con la consecuencia de cerrarnos en nosotros mismos, engañándonos al pensar que hemos hallado mayor libertad y autonomía.

Dejémonos de traicionar. Reconduzcámonos y reconciliémonos, que la vida es para vivirla en comunidad gozosamente, y no como una tortura, sino como un tiempo en predisposición armónica, reconociendo los derechos fundamentales de nuestros análogos, fomentando la solidaridad, la comprensión y la acogida entre todos. Es cuestión de hacerse familiar, de vivir en linaje, de donarse mediante sentimientos de benevolencia y no pertenecerse.

Es fundamental que los actos violentos cesen, también las expresiones de los líderes han de optar por otros cauces más serenos; y, en todo caso, utilizar los medios legales para resolver cualquier disputa. Seamos agentes de concordia. Nos interesa salir cuanto antes de esta decadencia moral. Cortemos de raíz cualquier deseo de venganza. El mayor reparo que podemos hacernos a nosotros mismos parte de una actitud conciliadora.

A propósito, recientemente un experto de la ONU en derechos humanos, lanzaba una petición a los Estados, y también a las grandes empresas de redes sociales, para que reforzasen y revisasen sus políticas para combatir el discurso de rencor, vertido en sus plataformas, puesto que su alcance y poder de transmisión, sin duda puede ocasionar grandes daños en la vida real.

Agregaba, además, que las empresas tampoco están tomando en serio su responsabilidad de respetar los derechos humanos. Desde luego, hemos de tomar buena nota de ello, al menos para reducir opresiones que van en contra de la libertad de expresión y privacidad, incitando constantemente a la coacción y a la brutalidad.

Este cultivo de hechos irracionales que proliferan por todo el planeta, es la explosión de una energía ciega que nos deshumaniza y nos degrada como seres pensantes. Hemos perdido el corazón y esto es grave. Ha nacido el ser antisocial; el inhumano ser violento que se siente como el rey de la selva, el salvaje sembrador de terror que todo lo contamina de muerte a su paso, con la espada resentida y la fuerza cruel de la pedrada.

Observémonos. Jamás cerremos los ojos ante esta triste realidad que nos desborda por todo el orbe. Pongámonos en acción de entendernos, al menos para tener otros abecedarios más aglutinadores, inclusivos y pacíficos, que nos lleven a no actuar por interés egoísta, por despecho contra nadie, nunca jamás por desagravio. Somos la generación del conocimiento. Seamos también la generación que vive y deja vivir, que ha dejado de ser un lobo para sí mismo, que busca compartir alientos y alimentos, que se afana por ser constructor de vida y que le desvela luchar por la justicia, resolviendo cuestiones con la generosidad de su dominio, de saber perdonar, avanzando con el genio del amor.

*Escritor

corcoba@telefonica.net
 

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