BARÓMETRO POLÍTICO

La crisis democrática de Latinoamérica

Por Susana Silva Gallardo*
martes, 12 de noviembre de 2019 · 00:00

Algo que ha caracterizado a los últimos meses en la región latinoamericana ha sido, sin duda, la desestabilidad producto de la fragilidad conceptual que representa para nuestros países el término de democracia. No es nueva la dicotomía entre populismo de derecha y populismo de izquierda, al contrario, es una tendencia que va al alta en muchos países alrededor del mundo.

Por ello, no es de esperar que la concepción que se tiene de Evo Morales como populista de izquierda, haya generado incomodidades para aquellos que se encuentran a la derecha del espectro político tanto al interior de Bolivia, como al exterior de este.

Lo que vino acompañado de una serie de movimientos de protesta y manifestaciones sociales no hace menos de dos semanas, ahora se materializa en la renuncia del presidente Morales en Bolivia, quien recientemente había sido electo para su cuarto período presidencial. La polarización originada a partir de las elecciones del pasado 20 de octubre, se convirtieron en movilizaciones sociales de ambos bandos, tanto la oposición como los defensores de Evo.

El primer presidente indígena de Bolivia, llegado al poder hacía casi 14 años atrás, dimitió de su cargo entre la convulsión social, una renuncia que catalogó como necesaria para impedir la perpetuación de la violencia, pero que se dio en el marco de un golpe de Estado. Morales, quien desde hace años representaba un dolor de cabeza para el gobierno estadounidense, abogó por movidas políticas a favor de los pobres y del sector agrícola, pero también contra lo que él consideró organizaciones intervencionistas del hegemón Estados Unidos.

Es en 2013 cuando un histórico fallo del Tribunal Constitucional le permite a Morales su postulación como candidato a la presidencia por tercera ocasión. Su postulación por cuarta vez y la irregularidad que existió en torno al proceso electoral del 20 de octubre, fueron las que llevaron a la oposición a calificar a las elecciones de fraudulentas y a Evo como un dictador.

Ahora bien, los albores de la movilización boliviana se convirtieron rápidamente en encontronazos violentos entre oposición y defensores de Morales. Fue este domingo pasado, 10 de noviembre que las Fuerzas Armadas de Bolivia en conjunto con la Policía solicitaron la renuncia de Evo Morales. Esta acción ha sido catalogada por el propio Morales, así como por algunos gobiernos de Latinoamérica como una acción golpista. Esto ya que, después del informe de la OEA que catalogaba de irregular el proceso electoral, Morales había declarado la intención de llevar a cabo nuevos comicios.

La postura mexicana ya se perfila, pues el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard apoya la declaración sobre un golpe de Estado, la cual atenta contra los valores democráticos del país y de la región. Asimismo, se ha señalado que México está dispuesto a proveer asilo para Morales.

Esta postura ha dado mucho de qué hablar, pues en un país ampliamente dividido entre la derecha y la medio ficticia izquierda mexicana, ha dado nuevas razones para traer a la mesa las condenaciones contra Obrador como populista de izquierda, una imagen parecida a la de Morales en su país. Si bien el contexto es tremendamente distinto, algunos afiliados de la derecha ya claman un necesario golpe de Estado mexicano, una aseveración, por demás, peligrosa.

*Alumna de Relaciones Internacionales del Tec de MTY campus Guadalajara

susanasilvag96@hotmail.com
 

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