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Más que gaviotas y palomas

Por Luz Adriana López Gallegos*
martes, 19 de noviembre de 2019 · 00:00

Hace un par de días sorprendí a un pequeño colibrí husmeando en las plantas que tiene mi vecina en el balcón de su casa, hacía mucho tiempo que no veía uno de estos animalitos por el vecindario, quizá por que son cada vez menos los espacios con algo de vegetación en los alrededores.

Lo común es ver palomas amontonándose en los techos o el cableado o, si decidimos acercarnos un poco más a la costa, es común ver centenares de gaviotas; hasta cierto punto llegué a pensar que eran las únicas aves que existían en Baja California.

Hasta el pasado fin de semana, que tuve la fortuna de acudir al 5to Festival de las aves en la Bahía de San Quintín que pude darme cuenta de la inmensa cantidad de especies que habitan y transitan nuestro Estado.

El festival, organizado por la Asociación Civil Terra Peninsular, es un esfuerzo por dar a conocer la gran biodversidad que conforma Baja California y contribuir, a través de estas actividades a su cuidado y protección, así como a la difusión de información sobre su importancia en nuestros ecosistemas.

Dentro de las actividades del festival, realizamos un recorrido en los alrededores de la Reserva Natural Monte Ceniza, donde realizamos diversas paradas para buscar, identificar y fotografiar la mayor cantidad de aves posibles, además de disfrutar de una hermosa vista panorámica de la bahía.

Como una novata en la observación de aves, me resultó increíble la capacidad de los guías de visualizar un pequeño pajarito de no más de 15 centímetros a una distancia donde mi teleobjetivo apenas llegaba y más me sorprendió, el que con solo escuchar su canto pudieran reconocer a qué especie pertenecía.

Con una cara de sorpresa cada vez más y más notoria, pasamos tres horas y media persiguiendo pajaritos a lo largo de más de 10 kilómetros.

En lo personal, contabilice cerca de 30 especies que “alcancé” a fotografiar y al terminar la actividad regrese súper orgullosa al campo “La Chorera”, que fue la sede del evento y mi orgullo se vino abajo cuando durante la premiación del Maratón de Observación de Aves, el primer lugar había alcanzado más de 70 especies.

Si bien, no me gané ningún premio, regresé fascinada de todo lo que vi, tenía mucho tiempo que no acampaba, como ya lo había mencionado en otra columna y esta fue una excelente manera de volver a retomar esta actividad.

Nunca había acampado en una zona como “La Chorera”, tan cerca del mar, que durante la noche parecía que las olas nos caerían encima y por la mañana la brisa opacaba por completo los rayos del sol, regalándonos una vista extraordinaria, de los volcanes Pescador y Sudoeste digna de una película.

San Quintín, además de ser una de las regiones agrícolas más importantes del Estado, es un área natural idónea para dar refugio a más de 25 mil aves que migran cada año de las zonas más frías del continente.

Muchas de ellas están en riesgo de desaparecer por la falta de cuidado a sus zonas de reproducción y otras tantas han sido afectadas por la contaminación y el cambio climático.

Yo sólo pude distinguir 30 diferentes aves durante este viaje, pero si cuento a las palomas y gaviotas de siempre ya son 32, espero el día en que pueda llegar a ver y distinguir cada una de las especies que viven en nuestro Estado.

Ojalá ustedes tengan la misma oportunidad algún día, mientras tanto hay que plantar más flores en el vecindario para que los colibríes vengan a visitarnos durante su recorrido.

Hasta el próximo viaje!

redes.cubriendobc@gmail.com

*La autora es periodista y gastrónoma
 

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