BARÓMETRO POLÍTICO

Se fue Evo, ¿y ahora qué?

Por Susana Silva Gallardo*
martes, 19 de noviembre de 2019 · 00:00

En el escenario internacional, el exilio y asilo proporcionado al expresidente de Bolivia, Evo Morales, ha dado mucho de que hablar. Si bien parte de la opinión pública mexicana ha sido fuertemente dividida entre aquellos que ven con buenos ojos la acción del gobierno, y aquellos que no. Si bien este tema puede ser ampliamente debatido, lo que escapa del ojo de la opinión pública es que en México o no, la ausencia de Morales y el vacío de poder en Bolivia ya empieza a gestar una serie de situaciones que amenazan con llevar a la crisis al país centroamericano.

El pasado 12 de noviembre, Jeanine Áñez, quien había fungido como Senadora, se autoproclamó como presidenta interina del Estado Plurinacional de Bolivia. Lo que ha sido catalogado como una auto-imposición por los simpatizantes del antiguo gobierno de Morales, ha tomado un tinte de polémica, más aún cuando Áñez proclamaba su nuevo puesto con una Biblia en mano. Esto, aunado a fotos que circularon por redes sociales como Twitter, donde Fernando Camacho, uno de los más sonados personajes de la oposición de Morales, reivindicaba la “democracia” en Bolivia mientras posicionaba una Biblia sobre la bandera en el Palacio Nacional. Esto, sin duda tiene implicaciones para lo que será el futuro político-social en el país.

La crisis democrática en Bolivia, lo que ha hecho es no más que destacar las profundas divisiones que existen en el país, ya no solo en el espectro político, sino que ha destacado el racismo y la división étnica que siempre ha existido, pero que fue matizada por Morales, quien fue la primera persona de un pueblo originario en ocupar la presidencia.

Es por ello que ha sorprendido el rumbo que ha tomado la sucesión política del país. A nivel social se ha hablado sobre la exaltación racista tanto de militares como policías, pues no pasaron siquiera horas de la renuncia de Evo Morales y ya circulaban imágenes de los cuerpos policiacos bolivianos, quienes sin mínima consideración por las raíces de su país, arrancaban la Whipala, el símbolo y bandera que representa a los pueblos originarios bolivianos, del uniforme que portaban.

Las consignas en torno a la religión son harto peligrosas, más aún en un país como lo es Bolivia, que por la diversidad de pueblos originarios que componen su sociedad, recibe el nombre oficial de Estado Plurinacional. Lo más lamentable de la situación es que, si bien existía ya una noción del racismo y discriminación en contra de personas de pueblos originarios, las nuevas convulsiones políticas no han hecho más que agudizarlas.

En un reciente decreto emanado por el Ejecutivo interino, se puntualizó que se exime de responsabilidad penal a las Fuerzas Armadas en su actuar por el restablecimiento del orden público. Lo anterior es gravísimo, ya que como organismos internacionales como la CIDH ya mencionan, esto da pie a que la represión violenta y hasta mortal, continúe en Bolivia, sin consideración de la vulneración de los Derechos Humanos y peor aún, a sabiendas de que este tipo de acciones no abonan más que al desmembramiento étnico y social del país.

*Estudiante de Relaciones Internacionales del TEC de MTY campus Guadalajara

susanasilvag96@hotmail.com
 

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