Venta o verdad

La semana pasada les comenté que me estaba preparando para otro evento de vino en la Ciudad de México. Aunque me encantaría asistir a todos, me es imposible, ya una vez les platiqué de la omnipresencia. A algunos voy invitada porque me identifican como medio (o prensa), otros por invitación de amistades, como expositora o simplemente como aficionada al vino. Siempre son diferentes sensaciones en cada uno de ellos y los disfruto todos, siempre entendiendo y poniéndome en el lugar que me corresponde.

En esta afortunada ocasión me volvió a tocar estar del otro lado de la barra como representante de una vinícola, que además de otorgarme su confianza para trabajar y colaborar juntos, quiero y admiro mucho. No es presunción, pero les solicité a los organizadores que el stand estuviera junto a otro de los proyectos vinícolas que más quiero (lee todo el texto si quieres saber cuál) y me lo concedieron. Por lo que fue un fin de semana de mucho trabajo, pero lleno de convivencia y risas entre amistades. Un evento que independientemente de tal vez no haber contado con la afluencia esperada por algunos de los expositores, posiblemente por haber coincidido con el fin de semana largo o el buen fin, no decepcionó, al contrario. Porque se ha ocupado por mejorar en cada una de sus ediciones para acercar a la gente con el vino, y sin ningún patrocinio.

La difusión e imagen gráfica es cada vez mejor. Por supuesto que todo es mejorable. Pero cuando las cosas se hacen bien, debemos reconocerlo. Enhorabuena TintoMx. Cuando se tiene la oportunidad de estar del otro lado del stand, es muy fácil diferenciar a quiénes son los que sólo van a que les llenes la copa de los que realmente se interesan por el vino que les estás ofreciendo.

Me da mucho gusto ver que cada vez más la gente pregunta por el tipo de uva, la región, si tiene o no tiempo en barrica o hasta quién es el enólogo. No podemos olvidar que el objetivo principal de quienes organizan o participan en cada uno de estos eventos o festivales es dar a conocer sus productos, pero por supuesto vender. Y hay muchas formas de hacerlo. Desde engañar o “engatusar”, hasta convencer.

Tuve a mis dos costados vinícolas (Cava Prudhomme y Chateau Camou) que no reparé en recomendárselos a quienes nos visitaban, no por simple ayuda altruista, sino porque realmente tienen extraordinarios vinos. Para quienes creemos en esto, todo lo que hacemos suma. Yo nunca les voy a recomendar un vino que no considere bueno sólo porque lo hace “mi cuate”, como tampoco les hablaré mal de algo que desconozco.

Pero lo que sí me dejó los ojos cuadrados fue mi socio, salió re bueno para las ventas. Logró vender muchas botellas del vino más caro que teníamos y que ni siquiera se estaba ofreciendo en degustación, sólo hablando de él con la verdad. Y bueno es que es un vinazo. Estoy hablando de el 10 años del Capi Obregón, el cual es un maravilloso Cabernet Sauvignon con 10 años en barrica (ya se que se les hizo agua la boca).

Tanto mi socio como yo nos hemos dado cuenta que el trabajo del vino, es muchísimo, ya que no sólo estamos hablando de la producción, porque ya que tienes tu vino terminado en las manos, entra el trabajo de venderlo, de estar presente, de conocer todos los eventos del vino, de los concursos, de colocarlo en anaqueles, en centros de consumo, etc.

Y lo hemos sabido muy bien, ya que hemos tenido la oportunidad de estar detrás de cada una de estas cosas. Así como estar detrás de un stand donde puedes recibir a todo tipo de personas y justo esta tarea es una de las que más me gusta, porque es cuando ves la cara de la gente al probar todo el trabajo que conlleva el descorcharlo para ellos y cuando te sonríen, sientes que por fin el trabajo está terminado.

Me siento sumamente satisfecha (y sinceramente un poco agotada) por este fin de semana pero recargando pilas para el próximo, ¡porque viene otro! Ya les platicaré cómo me fue. Salud2 a todos.

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