LA MARAÑA CÓSMICA

La más humana de las humanidades

Por Dr. Rolando Ísita Tornell*
lunes, 25 de noviembre de 2019 · 00:00
Sostengo con certeza que el actual gobierno federal se equivoca, que es injusto, que lo engañan en su apreciación de la ciencia y de la comunidad científica porque me consta, lo he visto, lo he vivido indagado y divulgado por cuatro décadas en la mayoría de los estados de la República.

Elegí la carrera de periodismo después de alguna formación en ciencias medicobiológicas. El tema de la ciencia estuvo dentro de casa con mi padre, microbiólogo con maestría en ciencias, aunque en sus peroratas e inducción a sus tres hijos de valores y creencias no enunciaba “esto es ciencia o pensamiento crítico”, sólo era su manera de ver, de pensar las que me inculcó y eso incluía el arte y la música.

Como periodista nunca trabajé para “prensa fifí”, cubrí las fuentes de presidencia y gobernación para los noticieros de Radio Educación, era imposible preguntarle nada al presidente ni al secretario de gobernación, que en ese entonces procesaban el registro de partidos de izquierda para “no despertar al México bronco”; es más, se arriesgaba la vida o la integridad física intentar acercarse a ellos a riesgo de ser “reducido” por sus guaruras.

Descubrí, además, que a aquellos políticos podía preguntarles cualquier cosa y me respondían… cualquier cosa, trataba con máscaras, con representaciones teatrales más que con personas, (¡y eso lo hacemos todos!)

Muy distinto es conversar, más que preguntar o “entrevistar”, mejor la pura curiosidad. Esa fue la llave, la conversación no es sólo lo que se habla, también son los gestos, los silencios, la mirada… la persona “sin máscara”. Y así pude hacerlo hasta con un aparentemente insondable soldado, un secretario de la Defensa.

La “dictadura perfecta” me echó por yo querer una radiodifusión democrática y plural. Su pretexto fue “por usar canales inadecuados para cuestionar la política del director, del gobierno”. La comunicación de la ciencia, entonces, me abrió sus puertas y vi que el patrón se repetía. Si entrevisto, le hago preguntas al investigador científico se va a poner su bata, su doctorado, su máscara, su libreto y defenderá su espacio con su lenguaje críptico, en cambio la conversación es otra cosa; como con mi padre, aparece la persona y su pasión por lo que sabe sin ánimo de enseñarte nada.

Con esa experiencia a lo largo de cuatro décadas he conversado con más de 700 investigadores. Más que noticias, procuro narraciones épicas de lo que a esas personas que hacen ciencia les apasiona. Su pasión y compromiso con su país se descubre en la pasión y compromiso con su empeño en sacarle secretos al cosmos, la naturaleza, la vida. Descubrir con ellos que, en su calidad de personas, son sorprendentes, generosos, creativos, obstinados; que la ciencia es la más humana de las humanidades.

Insistiré, señor Presidente, se equivoca en su apreciación por la ciencia y los científicos que nada tienen que ver con los doctorados o expertos en economía que usted conoce, nada que ver con los erróneamente descritos como “los científicos de Porfirio Díaz” (que no lo eran). Sin ellos, ellas, Presidente, la 4T será otra quimera más para hacer de México una potencia.

*Comunicación de la Ciencia UNAM-Ensenada

risita@dgdc.unam.mx

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