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De paseo con Rambo

Por Luz Adriana López Gallegos*
martes, 5 de noviembre de 2019 · 00:00

Siempre he sido amante de los animales, especialmente de los gatos y los perros. De niña nunca tuve uno oficialmente, ya que mis padres apenas podían con sus cinco hijos, pero siempre encontraba la manera de “adoptar” alguno de la calle.

Recuerdo a Kiriberto, un hermoso gato callejero blanco que cuando mamá no se daba cuenta lo metía a la casa y lo alimentaba.

También a Sonrisitas, un perrito que había perdido parte de su mandíbula en un accidente y merodeaba por la cuadra. También tuve, por un breve periodo de tiempo a Marcelo, una tortuga que de manera misteriosa encontré en la cochera de la casa de mis padres y terminó siendo adoptado por mis sobrinas.

A donde quiera que viajo los animales callejeros siempre han sido parte de la experiencia, cabe aclarar que no soy fan de los zoológicos, circos o atracciones que involucren animales en cautiverio, -mi novio dice que estoy a una causa de ser parte de Greenpeace-.

Todo lo anterior lo comento, como preámbulo para presentarles a Rambo, un perrito mestizo que fue abandonado hace cuatro años en nuestro bote de basura un jueves por la mañana, eran las 6:30 am cuando mi novio lo encontró, lo dejó enfrente de nuestra puerta, le tomo una foto, me la envió y se fue a trabajar.

En cuanto la vi, salté de la cama y para las 9 de la mañana el perrito ya estaba bañado, vacunado, desparasitado y bautizado.

Le puse Rambo porque se veía súper chiquito y frágil y quería un nombre que le diera fuerza y poco tardó en ganarse nuestro corazón.

A Rambo le encanta saltar, correr y sentarse a un lado mío todo el tiempo, le tiene miedo a los tumultos de gente, pero se deja acariciar por cualquiera.

Hace poco descubrimos que le gusta la playa, correr por la pelota, meterse a cazar olas y que lo enterremos en la arena.

También le encanta ir a correr al cerro con sus dos primos, un pastor belga llamado Zeus y una chihuahua de nombre Bulma.

Desde hace tiempo he estado buscando opciones para hacer turismo local y que pueda llevar a Rambo conmigo, uno pensaría que los lugares abiertos, parques, playas y montañas serían ideales, sin embargo, en muchos de ellos no se permite entrar con mascotas.

Creo que es importante, tanto los dueños de mascotas como los lugares que buscan atraer turismo, ofrezcan alternativas para este tipo de viajeros; por un lado debemos hacernos responsables de nuestros compañeros animales, supervisar su interacción con otros animales y personas, así como procurar la limpieza de sus travesuras… y los servidores turísticos, busquen destinar espacios para que estos viajeros de cuatro patas puedan disfrutar al igual que nosotros, de los increíbles lugares que existen en Baja California para vacacionar.

Espero que todos ustedes tengan la oportunidad de viajar con sus mascotas y si conocen lugares que ya cuentan con opciones “petfriendly”, ¡no duden en enviarme su sugerencia! ¡Rambo y yo, estaremos felices de visitarlos!

Hasta el próximo viaje!

*La autora es periodista y gastrónoma

redes.cubriendobc@gmail.com
 

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