POR SI LAS MOSCAS

Vamos bien, ¿comparado con qué?

Por Laura Monzón
viernes, 8 de noviembre de 2019 · 00:00

“Vamos bien en seguridad”, dice el señor presidente López cada que puede, para justificar sus estrategias. Lo que no especifica es, ¿comparado con qué?

El pasado 22 de octubre se venció el plazo de seis meses dado por él mismo, para que los mexicanos felices aplaudiéramos de pie su táctica mesiánica de “abrazos y no balazos”, con la que erradicaría la maldad en el país, y seríamos testigos de la reducción significativa en la incidencia delictiva y la violencia.

Estamos a tres semanas de que se cumpla el año desde que se sentó en el trono presidencial, y muy lejos de que entre la bruma se atisbe algo de paz en México.

El problema no es él, sino que la delincuencia organizada no se ha dejado rodear por los amorosos brazos de la Cuarta Transformación, por lo que la violencia continúa subiendo a pasos agigantados.

Sus programas de becas sociales para salvar a los jóvenes del lado oscuro de la fuerza, aunado a la creación de la Guardia Nacional, así como los métodos para evitar la complicidad entre criminales y autoridades corruptas no han dado los resultados deseados, porque no han sido más que ocurrencias carentes de planificación y estructura.

Según las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en los once meses del Gobierno lopezobradorista se registraron 38 mil 806 delitos de homicidio, por lo que 2019 se perfila para ser el más violento de los últimos años.

Hasta ahora, se han contabilizado 14 masacres en el país: una en Tamaulipas, dos en Guerrero, tres en Morelos, tres en Michoacán y tres en Veracruz, con un saldo total de 44 muertos. Por supuesto que no podemos olvidarnos del “Culiacanazo” con ocho víctimas, la liberación de Ovidio Guzmán y el agradecimiento del Cártel de Sinaloa al señor presidente López.

Pero la gota que derramó el vaso de la indignación nacional fue el asesinato de nueve mujeres y niños integrantes de la familia LeBarón, ocurrido hace unos días en la frontera de Chihuahua y Sonora.

“La estrategia de abrazos y no balazos quizá pueda funcionar en un cuento de hadas para niños”, dijo el senador republicano Tom Cotton. “Pero en el mundo real -agregó-, cuando tres mujeres estadounidenses y seis niños fueron baleados y quemados vivos, lo único que puede contrarrestar a las balas son más balas y más grandes”. Por su parte, el presidente Donald Trump ofreció ayuda a López para desmantelar a los cárteles.

Ante las declaraciones del congresista, el coordinador de Morena en el Senado, Ricardo Monreal, declaró que México actuará con responsabilidad para esclarecer el caso. Y bueno, ya hay algunos avances... Después de una exhaustiva investigación, Alfonso Durazo informó que descubrieron que las armas y las balas provienen de Estados Unidos. ¡Qué perspicacia!

Por su parte, el “nuevo gran presidente mexicano” rechazó la ayuda de Trump, porque su Gobierno no quiere la guerra con los grupos criminales. “No va de acuerdo con nuestras convicciones. Lo peor que puede haber es la guerra. La guerra es sinónimo de irracionalidad”, dijo López.

¡Claro! Porque sus estrategias “¡Fuchi! ¡Guácala!”, “Pórtense bien” y “Piensen en sus mamacitas” son muy sensatas, han dado los resultados deseados y, según Durazo, nos encontramos en un punto de inflexión en la violencia, aunque aún no sabemos si para la derecha o la izquierda de la gráfica.

Lo que sí está claro, es que López prefiere desviar la atención de lo que importa, humillando a los periodistas que osan cuestionarle las ocurrencias, echarles la culpa a los gobiernos pasados de su ineptitud, hablar de golpes de Estado imaginarios, inventarse casos de espionaje dignos de película hollywoodense, recibir al pitcher de los Astros y pensar en su consulta gansito de revocación de mandato. Mientras tanto, el país es devorado por la delincuencia organizada.

¿Cuántos muertos más necesita López para enterarse de que México está en guerra?
 

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